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México y Estados Unidos, alianza institucional natural y conveniente

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

Compartir más de 3,169 km de frontera hace que más de un millón de personas y trescientos mil vehículos crucen legalmente entre ambos países todos los días en condiciones de normalidad; esto constituye, naturalmente, la asociación humana y económica más dinámica y redituable del mundo, pero también un profundo reto de coordinación política y social.

Hoy existen más de 40 millones de mexicanos radicando en ese país, muchos de ellos de tercera y cuarta generación, que no necesariamente han tramitado su segunda nacionalidad, por lo que la cifra puede ser mucho mayor.

Fueron estas millones de familias las que, con el esfuerzo de sus manos, levantaron la economía de dos países y, evidentemente, tienen el derecho a ejercer su voto, allá y aquí en México, algo que, en la práctica, se ha complicado enormemente por el proceso de empadronamiento de credenciales para votar que otorga el INE, las cuales son ínfimas, por no decir, inexistentes. Algo que no solamente violenta sus derechos políticos, sino también otros igual de básicos, los de la identidad.

Aún no se conocen datos precisos sobre la participación electoral de los mexicanos en la reciente elección de Estados Unidos, pero queda claro que son los intereses locales e ideológicos los que definen el sentido individual de este voto, sin que existan influencias del exterior.

En las elecciones presidenciales de 2018 en México, tan sólo 98 mil personas pudieron emitir su voto desde el extranjero, de los cuales cerca de 64 mil votaron por Andrés Manuel López Obrador, quedando pendiente una gigantesca deuda institucional para empadronar a millones de mexicanos en el exterior, otorgándoles, en la práctica, el ejercicio de su voto.

Un gran espacio para reflexionar sobre la histórica relación bilateral, uno de mis favoritos y que he recorrido desde mi época como bachiller en la prepa 6 de Coyoacán (ENP-UNAM), es el Museo Nacional de las Intervenciones. Fue en ese antiguo edificio donde se defendió el avance de las tropas de Estados Unidos que venían de Veracruz hacia la Ciudad de México, siguiendo la ruta de Cortés en 1847, en la conocida batalla de Churubusco.

En México y en todo el mundo siempre hemos tenido categorías y definiciones político-ideológicas que nos explican una parte de la realidad, amparada en la pugna permanente entre conservadores y liberales, que en términos generales ha monopolizado la discusión administrativa, económica y legal.

Los resultados preliminares de la reciente elección presidencial en Estados Unidos dan la victoria al demócrata Joe Biden sobre el republicano Donald Trump. Dar o no un reconocimiento de triunfo en redes sociales o desde otros medios a cualquiera de los dos sería imprudente, por lo menos hasta que la autoridad de ese país no otorgue la certeza para hacerlo. No hay prisa alguna.

Lo que es una realidad, aun en contra de los miles de internacionalistas de ocasión o temporada que estos días proliferaron en México, es que las acciones de gobierno que se ejerzan en un virtual triunfo demócrata no afectarán la relación institucional que se ha construido de manera exitosa en los dos últimos años gracias a la destreza y al oficio político del presidente Andrés Manuel López Obrador y del canciller Marcelo Ebrard.

México vive apasionantes momentos de cambio en los que nadie debe quedar fuera. Es fundamental concentrarnos en la compleja agenda nacional, integrando en ella el talento y el compromiso de los mexicanos en cualquier parte del mundo, y especialmente en el país vecino.

Requerimos, más que nunca, ser selectivos sobre lo que es un simple distractor, como la discusión electorera sobre el pacto fiscal que algunos gobernadores están usando como pretexto para figurar, y lo absolutamente vital, como la recuperación económica y la contención de la crisis universal generada por la pandemia del covid-19, que ha llevado nuevamente a los estados de Chihuahua y Durango a semáforo rojo, por mucho que sus gobernadores siempre encuentren otros temas.

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