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Lomelí, pacificador de Guadalajara y Jalisco

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

La impunidad es la madre de la corrupción. Sus hijos: la inseguridad, pobreza, marginación, hambre, frustración e incredulidad institucional, entre otros terribles vástagos. Un símbolo de infinito que pareciera no tener solución. Los discursos deben aterrizarse en la operación de acciones disruptivas de efecto social a corto y mediano plazos.

El malintencionado diseño de políticas de indiferencia a los sistemas de seguridad municipales y estatales han debilitado profundamente a las instituciones policiacas, salarios raquíticos, pésimas prestaciones laborales, ausencia de sistemas de retiro dignos, equipos de protección y armamento obsoletos, tecnología rebasada y capacitación ajena a la realidad que enfrentan son algunas de las coincidencias que en todo el país enfrentan las corporaciones.

Hoy, Jalisco es una hecatombe social donde la ingobernabilidad y la zozobra son las que reinan en ese maravilloso estado, el gobierno dejó a su suerte a sus habitantes, el dolor se percibe en cada metro cuadrado de la entidad. Su preocupación es conservar el poder, no el estado de bienestar de los jaliscienses.

Las manos pintadas de rojo se han convertido en el escenario donde miles se manifestaron en la Marcha por la Paz y la Justicia en Guadalajara, pero el gobierno sólo tiene mensajes electoreros.

La más reciente tragedia de los tres hermanos González Moreno, jóvenes muy queridos por su comunidad, es motivo de dolor nacional. También se recuerda a los tres cineastas que fueron levantados y asesinados muy cerca de la capital jalisciense hace apenas algunos años. La realidad ha superado a la ficción, la violencia hoy es la preocupación que más prioriza el mexicano por encima de cualquier fenómeno nacional.

Guadalajara hoy concentra la gran atención nacional por la oportunidad para cambiar de régimen de gobierno, por uno de corte humanista donde se priorice a la gente, a los grupos marginados y a los que nunca han tenido voz. Para ello se requiere de personajes que tengan una trayectoria de lucha ejemplar, el doctor Carlos Lomelí es quien encabeza un movimiento social en Guadalajara que impactará de manera muy positiva en el resto del estado, la capital es factor de transformación del resto de los municipios, del Congreso local y el federal.

La pacificación del país se convierte hoy en el gran reto nacional, pero para ello se requiere de patriotas comprometidos con las causas más nobles, donde la ideología sea más poderosa que la ambición de poder. Carlos Lomelí tiene todos los atributos para cambiar el rumbo de Jalisco, resolviendo la problemática en la capital se avanzará de manera contundente en todo el territorio, es un hombre sensible, emprendedor y con visión de estadista, cercano y empático con el pueblo porque ése es su origen; su ejemplo de lucha es histórica, lo es en su propia biografía, es momento de otorgar la oportunidad al cambio, pacificar es el verbo que más se debe practicar en el país.

Ser progresista, incluyente, sensible y congruente con los tiempos del mundo y de nuestro país es ser patriota, Guadalajara debe ser un ejemplo nacional de lucha por la pacificación y el desarrollo humano, nuestros familiares y amigos jaliscienses tienen una oportunidad única para optar por seguir viviendo en el dolor de la nota roja o heredar a las generaciones una entidad donde se respire entorno de convivencia sano, armónico, de reconciliación y pleno para todas y todos.

Guadalajara quiere recuperar una paz duradera, que florezca de nuevo el turismo y la actividad económica y la gente pueda transitar con la libertad que se merecen. Olvidar para siempre a los gobiernos insensibles y fríos, insolentes y bravucones.

 

Carlos Lomelí será un gran alcalde, un pacificador de Guadalajara y de Jalisco. Un patriota hecho desde abajo, con la frente en alto y con ejemplos de sobra de servicio al prójimo.

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