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La paridad de género y las elecciones

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

Nuestra Constitución integró la paridad de género en el año 2014 en el artículo 41, que refiere que los partidos políticos postularán paritariamente sus candidaturas para los congresos federal y locales.

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¿La paridad es igualdad? Sí, es un principio constitucional que retrotrae un derecho entre los sexos.

La Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales y la Ley General de Partidos Políticos establecieron que los institutos políticos deben establecer sus procedimientos para cumplir este concepto.

Hay una lógica que no se debe dejar de observar: en la postulación de candidaturas se debe priorizar al género que tuvo porcentajes de votación inferiores en la jornada electoral anterior.

Hay una serie de inconvenientes lógico-jurídicos para la aplicación de la norma, ya que los partidos políticos, más allá de esta definición estricta, la ha ampliado a las candidaturas para las gubernaturas. El TEPJF ha sido claro, utilizó un verbo y un pronombre: “puede y hasta”, es decir, deja la posibilidad abierta a incrementar o disminuir las postulaciones por encima de lo referido exclusivamente para legisladores.

El cuerpo colegiado: diputados y senadores, tiene una configuración distinta a la del titular del Ejecutivo encarnado en sola persona, una candidatura.

Este criterio no puede ser acatado de manera irrestricta, sobre todo porque en la figura de un ente unipersonal, que es el candidato a gobernadora o gobernador, no puede aplicarse la lógica que implica a un órgano colegiado como lo es el Legislativo.

En la jornada electoral para gubernaturas se debe buscar ganar elecciones por encima de cumplir con un mandato judicial inexistente sobre la paridad. Pues el concepto filosófico, sociológico y, sobre todo, legal, no se aplica de manera análoga a la de los órganos legislativos que es inviolable.

Bajo ninguna circunstancia hay que estar en contra de la paridad e igualdad de género, sería una regresión antropológica; sin embargo, los números, las coyunturas políticas y la pertinencia de triunfo pueden generar que la propia igualdad se dé en el ejercicio de gobierno, debe apegarse a lograr, en principio, ganar; no cumplir con el género por simulación de espectacularidad mediática y perder la elección.

Se pone en riesgo un proyecto de gobierno incluyente cuando, por buscar la supuesta aprobación política, pero no social, se elige de manera cosmética una postura supuestamente progresista que no garantiza el éxito electoral. Antes de la foto, la gente, el pueblo. La equidad y paridad deben ser una realidad más allá del discurso o el impacto mediático. Se sacrifican, como ya ha sucedido, generaciones enteras al triunfo de la reacción conservadora.

Se quedan en el camino activos electorales que son maquinarias frustradas e inconformes con las decisiones cupulares que no tienen legitimidad, sin estructuras reales.

 

Así como se promueve la democracia participativa para diversos derechos constitucionales, se debe priorizar la viabilidad aritmética del triunfo para abrir brecha en entidades históricamente neoliberales; cerremos el paso al desgaste de las incipientes bases, sumemos a los que hoy todavía son creyentes fervientes de la 4T.

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