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¡Fuerza, Presidente!

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

Entre las diversas definiciones que motivaron al presidente Andrés Manuel López Obrador a iniciarse en la lucha social se encuentra la identificación y empatía con los más necesitados. Sin duda, antes de iniciar su largo viaje de más de veinte años por todos los municipios de México, en su tierra natal encontró ejemplos claros de desigualdad social y económica, como en prácticamente toda la nación hasta nuestros días, producto del odio contra los ciudadanos que los gobernantes neoliberales han tenido hasta la fecha.

Solamente cuando se vive de cerca la carencia y las injusticias se crea ese vínculo indisoluble entre el pueblo y el líder. Es como una cicatriz de alta sensibilidad que duele sólo de verse.

Pero también sólo así se desarrolla esa responsabilidad vitalicia de fraternidad con el prójimo, ahí reside la siguiente cuestión: ¿cómo hacer para que esos millones de marginados accedan a una mejor calidad de vida? Accediendo al poder público. Que la lucha social a través de un movimiento se transforme en partido, como instrumento electoral, participar en elecciones para lograr el Poder Ejecutivo y el Legislativo.

Crear el marco jurídico que soporte la dislocación de un nuevo orden político, social y económico como base para la transformación. Con la tesis de la lucha contra la corrupción como guía ideológica y batalla pública. Estigmatizar la conducta corrupta como acción deleznable del viejo régimen. Motivo primordial que llevó a la ignominia y olvido a más de 60 millones de mexicanos.

Desde entonces se ha enfrentado con adversarios que siguen contrariando cualquier acción en favor de los más necesitados, luchas que lo han llevado hasta con la intención de que termine en la cárcel injustamente, con tal de cerrarle el paso para participar en procesos electorales.

De ese tamaño han sido las afrentas permanentes contra el presidente López Obrador; al inicio de la Cuarta Transformación comenzó el combate real contra la corrupción, enviando al Congreso iniciativas para reformar la Constitución y modificar el sentido de los delitos de corrupción, de tal suerte que sean considerados como graves, pero, al mismo tiempo, comenzó la batalla contra el huachicol, donde se sustraían millones de litros del hidrocarburo, afectando gravemente la industria y economía del país.

Los medios de comunicación conservadores y las plumas sicarias no han dejado de hacer su labor difamante y calumniadora, están plenamente identificados, son voceros de las prácticas de corrupción más funestas, venden la verdad por limosnas, extrañando las jugosas dádivas que desde el poder público recibieron durante sexenios. Sus operativos de campañas negras son predecibles y la gente ya no les cree, ése ha sido otro triunfo de este periodo, desenmascarar a las botargas de la información.

El gobierno ha enfrentado hasta publicaciones de libros escritos por personas carentes de méritos profesionales para siquiera opinar de la estrategia contra la pandemia mundial, de igual forma rentan sus nombres para alcanzar fama precoz.

Han sido múltiples luchas y batallas donde ha ganado el patriotismo, la verdad y la ética, pero, sobre todo, el arrojo y valentía del Presidente.

Sin duda, este episodio de infección por covid será un motivo más para fortalecerse y continuar con la gran hazaña de transformación de nuestro México, millones lo acompañamos y seguiremos en cada rincón del país luchando a su lado. ¡De norte a sur, de este a oeste, ganaremos esta lucha, cueste lo que cueste! Fuerza, Presidente.

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