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Viñetas de ficción y realidad

Ricardo Pascoe Pierce

Ricardo Pascoe Pierce

En el filo

 

Unas cuantas viñetas de circunstancias vividas recientemente ilustran cómo México vive una batalla en su fuero interno entre aceptar su realidad y su lucha por ajustar la realidad a sus deseos. Esta batalla también la libra el gobierno entre sus cúspides dirigentes.

El Presidente se niega a cambiar las ecuaciones básicas de su gobierno, a pesar del nuevo entorno económico y sanitario. Sigue orientando grandes cantidades de dinero a programas sociales y a obras faraónicas: el aeropuerto, la refinería y el tren. El dinero a programas sociales es un gasto de salvamento social improductivo que sale de los impuestos que pagamos todos los mexicanos, al igual que los fondos que financian Dos Bocas, Santa Lucía y el Tren Maya, cuya rentabilidad no se ha demostrado. Ya no existe el dinero que se tenía proyectado en el presupuesto aprobado el año pasado por la Cámara de Diputados, pues la divisa mexicana ya se devaluó en 25%, el precio del petróleo cayó de $49 por barril a $15, y la recaudación fiscal cae precipitadamente. El paro laboral crece aceleradamente en un país que no tiene seguro por desempleo.

Junto con lo anterior, el gobierno advierte a todo el país que viene lo peor con relación a la pandemia, donde el 70% de los mexicanos nos vamos a contagiar de COVID-19 (80 millones de ciudadanos) y que el 15% va a requerir ayuda (12 millones) y el 5% requerirá cuidados intensivos, alrededor de cuatro millones de ciudadanos. Eso del 5% es un cálculo matemático, porque ya está en 10% en Italia y España y 7% en Estados Unidos.

Ésa es la realidad como telón de fondo.

El Presidente visitó el estado de Baja California este fin de semana para avalar una consulta ilegal que organizó su gobierno para frenar un proyecto industrial que había sido autorizado legalmente. El Presidente dijo que hubo corrupción en el procedimiento, pero ahora quiere llevar la planta a Tabasco, su Tabasco, con un gobernador afectado por COVID-19.

Dedicó tiempo a criticar la generación eólica de electricidad, pues rechaza el uso de fuentes renovables, prefiriendo combustóleo y carbón, contrario a la tendencia mundial.

Grabó un llamado a los jóvenes a hacer ejercicio, a acudir a los gimnasios y a trabajar. En tiempos de coronavirus.

Y estando en el aeropuerto para regresar a la Ciudad de México, acusó de provocador a un ciudadano que le preguntó si era apropiado que el Presidente se negara a que le tomaran la temperatura al subir al avión, como se hacía con el resto de los pasajeros, como medida de protección a la salud de todos. Y no contestó la pregunta.

Al mismo tiempo, en la conferencia de prensa vespertina sobre COVID-19 en la Ciudad de México, el subsecretario de Salud se quejó de que sólo el 30% de los mexicanos estaban en cuarentena, después de que él había “ordenado” que se obedeciera la instrucción.

El subsecretario no entiende que Presidente mata subsecretario.

El Presidente vive una ficción alegre sobre el rumbo del país, mientras el “técnico” quiere que la población le obedezca. Las dos cosas, que sucedieron casi al mismo tiempo, acontecen porque cada uno vive una ficción sobre lo que es la realidad de México.

 

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