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Pies de barro

Ricardo Pascoe Pierce

Ricardo Pascoe Pierce

En el filo

El Estado moderno cuenta con muchos instrumentos para allegarse la información necesaria para realizar su función constitucional. La definición de sus programas de gobierno se derivan de un conocimiento acumulado de orígenes diversos: organismos y agentes productivos, su propio cuerpo de administradores capacitados (diplomáticos, economistas, operadores de la administración pública), universidades, organizaciones de la sociedad civil, entre otros.

Las estrategias de respuesta rápida a contingencias críticas descansan en cuerpos especializados de inteligencia, fuerzas de seguridad, asesores nacionales y extranjeros.

Su organización en los diversos puestos de elección popular depende de su partido político y sus alianzas con fuerzas de orientación ideológica parecida. En esta tarea de gobernabilidad política, las encuestas toman un papel relevante.

La función de gobernanza depende, en gran medida, de la cantidad y calidad de la información recabada, además de la naturaleza del análisis que se hace con ella. Buenas y malas decisiones de gobierno dependen, en gran medida, de la información, buena o mala, disponible en un momento determinado.

El gobierno mexicano es un ejemplo de cómo la calidad de la información influye decisivamente en las decisiones, buenas o malas, que haya tomado. Antes de tomar las riendas del gobierno, afirmó que contaba con un monto de 500 mil millones de pesos producto de la corrupción que acabaría durante su gestión.

Como sabemos, ese monto nunca se ha materializado. Pero la fantasía de su existencia precipitó las primeras grandes decisiones del gobierno: cancelar el aeropuerto de Texcoco y construir otro en Sta. Lucía. Y seguramente también hizo fácil la decisión de construir la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya. Cuatro decisiones que se tomaron con relativa facilidad, todas basadas en información equivocada. La inexistencia de esos fondos prometidos está advirtiendo, desde ahora, una crisis de insuficiencia presupuestal de graves consecuencias para la economía nacional.

La información disponible tuvo el mismo efecto sobre otras tantas decisiones: compras centralizadas, provocando desabasto de medicinas, organizaciones criminales dispuestas a rendirse al gobierno con una amnistía (lo que explica el culiacanazo), ciencia y tecnología vista como enemiga de México, universidades bajo asedio, un Trump manejable por no decir manipulable, empleos suficientes para mexicanos y centroamericanos, una Latinoamérica hambrienta del “buen guía”. Y un largo etcétera.

Ante tanto yerro, producto de decisiones con pésima inteligencia basada en intuición política, el gobierno se ha rendido ante la realidad y depende, para la toma de decisiones, de su única fuente de información: encuestas de opinión pública. Y se apresta a la batalla de la popularidad con pies de barro.

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