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Bolivia y México: remojar de barbas

Ricardo Pascoe Pierce

Ricardo Pascoe Pierce

En el filo

 

La renuncia de Evo Morales es producto de una fabricación de su propia hechura.
Ignorando un referéndum democrático y popular que lo inhabilitó para competir por un cuarto periodo en la Presidencia, Morales recurrió a la Suprema Corte de Justicia de ese país y la presionó hasta que cedió a la jurisprudencia vigente y logró que le autorizara participar en las elecciones presidenciales nuevamente.
Ahí empezó su derrumbe político.

Morales participó en las elecciones y, según un análisis validado de la OEA, no logró los votos suficientes para evitar una segunda vuelta en las elecciones presidenciales. Sucedió lo que conocemos tan bien en México: se cayó (calló) el sistema oficial del recuento de votos y cuando volvieron a la vida las computadoras, Morales había milagrosamente ganado.
En mexicano, es imposible no pensar en Bartlett y la caída de sistema de recuento electoral en 1988.

Empezaron las protestas populares en todo el país en contra del fraude electoral. Fueron creciendo en número, en impacto territorial y en asistentes hasta que el vaso de agua llegó al tope. Primero se rebelaron policías de Sucre (la capital oficial de Bolivia), Cochabamba y Santa Cruz (el centro económico de país). El mando nacional del Ejército dejó en claro, con una declaración oficial, “que no iba a reprimir al pueblo” después de la petición expresa del presidente Morales de que frenara las protestas populares por las “vías necesarias”.

Ayer el Ejército exigió la renuncia a Morales. Aislado, socialmente repudiado y desprovisto de sus apoyos tradicionales, Morales renunció a la Presidencia de Bolivia.
Ahora empieza para Bolivia una fase de incertidumbre acerca de su futuro inmediato.

¿Qué tiene que ver todo esto con México? En primer lugar, México, junto con Venezuela y Cuba, reconoció inmediatamente a Morales como presidente electo, en un gesto político de reconocimiento y solidaridad.
En los hechos el gobierno de López Obrador legitimó el fraude electoral en otro país.

México también reconoció su tácita membresía al Movimiento Bolivariano encabezado por Nicolás Maduro.
En Cuba, recientemente Maduro declaró que México y Argentina hoy encabezan las aspiraciones bolivarianas de América Latina.

México apoyó a un fraude electoral, intento que fue frenado por la alianza entre movimientos populares y las Fuerzas Armadas de ese país.

Esa relación pueblo-Fuerzas Armadas es letal para cualquier gobierno que pretende violar el Estado de derecho con el único propósito de aferrarse al poder.

Suficiente para mirar hacia adentro y poner las barbas a remojar.

 

Twitter: @rpascoep

 

 

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