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Entendiendo lo que sucede en Chile

Ricardo Ortiz Esquivel

Ricardo Ortiz Esquivel

Globalística

 

 

Chile es uno de esos pocos países latinoamericanos que ha podido sobresalir económicamente, socialmente y políticamente en los últimos 15 años, pero donde siempre, por distintas razones, se interponen factores del presente o pasado que provocan un estallido social nacional y se convierten en patrones que hacen cambiar radicalmente el rumbo progresivo por el que se encontraba perfilado.

Al escribir sobre Chile y observar lo sucedido el pasado domingo durante la primera vuelta electoral presidencial, no puedo dejar de recordar que este país ha sufrido embates democráticos muy fuertes en su historia política. Los extremismos políticos de derecha e izquierda han sido artífices del golpe de Estado a Salvador Allende en septiembre de 1973 y de la dictadura militar que Augusto Pinochet impuso después de la caída de Allende en 1973 hasta 1990, con la llegada democrática de Patricio Aylwin.

El país sudamericano cumple 31 años de volver a la democracia, pero con un costo de más de 40 mil víctimas que sufrieron durante la dictadura pinochetista.

La represión, la nula libertad y el odio al absolutismo hicieron que el pueblo chileno se volviera más fuerte y menos dócil. Las nuevas generaciones han aprendido del pasado y de la gente que fue reprimida durante la guerra sucia en los 70 y 80. Por eso cuando vemos protestas masivas en la capital federal o en otras ciudades importantes se observa el caos y furor que la población refleja en cada acción tomada en la calle. Al igual, todo esto ha llevado desde más violencia por parte de los carabineros chilenos, hasta un diálogo persuasivo con el gobierno en turno.

La percepción política del chileno ha ido cambiando desde la salida de Bachelet y el progreso de la segunda administración de Sebastián Piñera, como también la percepción que se tiene de los partidos políticos tradicionales, los cuales fueron impulsados en los años 90 desde una ideología centralista que se partía entre izquierda y derecha.

Por otra parte, Piñera es, a mi parecer, uno de los principales responsables del cambio político tan radical que vive Chile en estos momentos. El estallido social del año 2019 tiene como resultado el proceso de una nueva constitución que sepulta por completo a la pinochetista de 1980, como también de ver a una izquierda radical que ha normalizado el descontrol en las protestas masivas y del debilitamiento de los partidos políticos tradicionales, asimismo el declive de la izquierda entre sí.

El radicalismo consensuado entre la sociedad ha llevado a que surjan los extremos que algún día fueron peligrosos en Chile. La extrema derecha e izquierda son dos polos opuestos que se han nutrido del descontento social, de la mala gestión de Piñera y de la necesidad de ver un cambio fuerte para los próximos 5-10 años.

Y, aunque observamos a una sociedad que pide un cambio político, es de llamar la atención que durante la primera vuelta electoral presidencial sólo haya votado 47.6% del padrón y ninguno de los dos candidatos punteros se haya acercado al 50% para ganar la elección: 27.94%, la extrema derecha; 25.69%, la extrema izquierda.

Veo un pueblo chileno confundido, cansado y con ganas de volver a sentir, de una manera u otra, lo que la historia ya dejó hace varios años.

Los disturbios del 2019 y los cambios radicales políticos han sido, en parte, un revés para la izquierda.

Considero que la extrema derecha y una parte del pinochetismo volverán a la presidencia chilena.

 

clm

 

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