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Bielorrusia vuelve a ser tendencia internacional

Ricardo Ortiz Esquivel

Ricardo Ortiz Esquivel

Globalística

Bielorrusia había dejado de ser tendencia internacional desde la detención del opositor Román Protásevich en el Aeropuerto Internacional de Minsk y las audiencias judiciales de varios periodistas locales que fueron censurados y detenidos por el régimen de Aleksandr Lukashenko.

Aunque poco se ha escuchado o leído sobre lo que está pasando dentro de Bielorrusia, les puedo asegurar que las detenciones, audiencias judiciales y la persecución política a periodistas, opositores políticos y civiles, no han cesado desde el año pasado.

Más de 35 mil bielorrusos han sido detenidos desde las protestas contra el fraude electoral presidencial de agosto del año pasado, también más de 500 prisioneros políticos se encuentran recluidos en cárceles federales o campos de detención con sentencias que van más allá de los 12 años y más de 20 periodistas han sido procesados por cubrir protestas ilegales.

Relacionado con los campos de detención, desde el año pasado fue construido un complejo de 200 hectáreas al suroeste de Minsk, en el poblado de Novokolosovo. Dicho complejo es un cúmulo de prisiones rurales o prisiones para disidentes políticos, pero también se sabe que era parte de un depósito de misiles que funcionó durante la Unión Soviética.

En un país donde el jefe de Estado lleva gobernando desde 1994, aferrado al poder y sin ningún contrincante político, se le puede llamar dictador. No dejemos de llamar a Aleksandr Lukashenko como lo que es: un dictador.

Todo opositor-disidente que haya participado o siga siendo activista puede acabar en una cárcel, en un campo de trabajo forzado o en un hospital. Si se tiene mucha suerte y no se cayó en las manos del régimen, se puede acabar exiliado en Polonia, Lituania o en alguna parte de Europa. Podría parecer que están a salvo viviendo en el extranjero, pero el brazo de la KGB bielorrusa puede llegar hasta donde se encuentren. Nadie está a salvo. Si no me cree, sólo confirmemos lo que le sucedió al opositor Vitali Shishov en Kiev, Ucrania. Su cuerpo fue encontrado en un parque de la capital ucraniana, el pasado martes. Se presume que fue ahorcado o asesinado por órdenes del régimen de Lukashenko. Shishov huyó a Kiev desde finales del 2020.

Relacionado con eso y como anécdota, experimenté indirectamente el asesinato del opositor político ruso Boris Nemtsov en la noche del 27 de febrero de 2015 (mi cumpleaños) a unos cuantos metros de la Catedral de San Basilio en Moscú. Yo estaba a 500 metros de la Plaza Roja saliendo de un bar. Escuché los disparos. ¿Lo mandó matar el Kremlin? Nunca se supo.

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Por otra parte, la atleta olímpica Kristina Timanovskaya fue expulsada del Comité Olímpico Bielorruso por criticar a sus entrenadores, al mismo comité olímpico de su país y a la competencia por la cual no se había preparado para Tokio 2020. El régimen la habría forzado a regresar a Minsk el día lunes desde Tokio sin su consentimiento. Ante una denuncia al Comité Olímpico Internacional por video, autoridades japonesas la resguardaron en el Aeropuerto Internacional de Narita hasta obtener un visado humanitario de Polonia. Ya se encuentra en Polonia.

El mismo Lukashenko declaró en un video que si los atletas olímpicos no ganaban medallas, que mejor no regresaran a Bielorrusia, pues se gastaba mucho dinero en ellos.

Mientras Lukashenko tenga el cobijo de Putin y las sanciones económicas no tiren a su gobierno, seguiremos viendo las mismas atrocidades. Nadie hace nada ni puede derrocar al régimen bielorruso. Nadie.

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