El show de la mañanera

Ricardo Alexander Márquez Disonancias
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La producción es bastante sencilla: una mampara, un pódium, algunas sillas y varias cámaras. No cambia de día a día. No requiere una gran inversión ni preparación. Incluso, las presentaciones que se hacen y se proyectan son bastante sencillas —tal vez, demasiado—.

Empieza desde —muy— temprano en la mañana y prácticamente termina cuando así lo determina su conductor. Algunas veces dura una hora. Otras, más de dos. No existe guion ni mucha planeación. Cuando comienza nadie sabe en qué puede terminar ni a dónde va a llevar.

A veces es monólogo, otras tantas hay invitados. Unos mejores que otros. Hay un par que son más frecuentes.

La idea nació hace bastantes años y se fue perfeccionando con el tiempo. El tema es marcar la agenda. Que la gente hable de lo que le interesa al conductor y que no hable de lo que éste no quiere.

No se trata de tener la información correcta, pues al final se va haciendo a la par que se está expresando. La creatividad juega un papel fundamental. La improvisación disfrazada le da un toque de seriedad.

Los ratings no son tan altos, ni llega a ser tan entretenida, pero se transmite por varios canales que posponen sus contenidos para darle espacio a la mañanera. Se cuentan historias, se hacen héroes y villanos, se critica a los opositores.

Los temas son tan variados como una canasta de Navidad. Desde seguridad hasta economía —moral—. A veces se habla sobre deportes, y hasta sobre el misterio de la muerte de Juan Gabriel. Usualmente, muchas preguntas, algunas no tan espontáneas. Si uno necesita información, ahí es el lugar para encontrarla.

Que si vamos mal en materia de seguridad, en la mañanera nos lo clarifican y nos dicen que todo es culpa de Felipe Calderón. Que si queremos saber los detalles del fallido operativo contra el hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, en la mañanera nos los explican —varias veces, de forma diferente— y hasta nos dan el nombre de la persona a cargo del operativo.

Que si queremos conocer a detalle del plan de infraestructura de la presente administración, en la mañanera nos los dan. Usualmente, hay muchas justificaciones.

Y no sólo eso. En la mañanera se determinan las políticas públicas, se dan instrucciones al gabinete y se anuncian planes de gobierno. Así se enteran los servidores públicos responsables de lo que tienen que ejecutar. Funciona como jurado de sentencia donde se castiga, se premia o se indulta según conveniencia. Al final es como un subibaja emocional porque no se sabe lo que ahí puede pasar. La lógica no es el elemento más importante del show.

En la mañanera, principalmente, importa su conductor, su única cara visible. Ha sido tal el éxito que no sabemos quiénes son los miembros del gabinete. Ni se ven ni se oyen, excepto cuando de vez en cuando son invitados para que puedan exponer sus temas.

Lo interesante de la mañanera son los “otros datos”, esa información que siempre se maneja a conveniencia. Existe mucha habilidad para sembrarla y utilizarla para convencer, sea o no verdad, sea o no engañosa. Al final, la realidad se puede ir adaptando a la mañanera y es como debe de ser. Claro, esto según su conductor.

 

*Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Panamericana.

Twitter: @ralexandermp

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