Logo de Excélsior                                                        

El responsable de la inseguridad

Ricardo Alexander Márquez

Ricardo Alexander Márquez

Disonancias

Según parece, la espiral de violencia que vive nuestro país está lejos de ser la prioridad de los problemas de México, por lo menos así lo presenta el presidente López Obrador.

Cuando sale el mandatario, durante una semana seguida, a hablar de una rifa, en lugar de tomar medidas por los menores asesinados en Uruapan o porque la familia de Joaquín El Chapo Guzmán cierra la catedral de Culiacán a la vista de todos, o por los feminicidios que quedan impunes o porque todos los días son asesinados más de 100 mexicanos a manos del crimen organizado, tenemos un problema.

Nuestras autoridades ni siquiera están preocupadas por lo que está ocurriendo y nos distraen con cualquier ocurrencia. Incluso, el Presidente dijo el jueves en su mañanera que “ahora sí podemos hablar de un Estado de derecho” en el país, y ayer, que “la gente está contenta” pues —prácticamente— la situación es un invento de los grupos de poder. ¡México surreal!

Lo cierto es que la violencia no se le puede atribuir sólo al gobierno actual. La crisis explotó durante el gobierno de Felipe Calderón, a raíz de un mal dimensionamiento de un problema que ya existía. En ese momento no se podía entender hasta qué nivel el crimen organizado estaba infiltrado en las instituciones públicas y en la sociedad civil. Sin embargo, se tomaron acciones contundentes. Primero, se creó la Policía Federal con ayuda de varios países, incluyendo Estados Unidos, Canadá y Colombia, generando un nuevo modelo policial que empezó a consolidarse para finales del sexenio. También se logró una enorme cooperación con agencias internacionales y se firmó la Iniciativa Mérida. Se destinaron miles de millones de pesos y se sacrificaron muchas vidas.

Sin embargo, los esfuerzos e inversión se fueron a la basura durante la administración del presidente Peña Nieto. Por recomendación del entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, se hizo un reacomodo institucional que no tuvo ni pies ni cabeza, y que únicamente buscaba acaparar poder. Se trató de barrer la crisis debajo de la alfombra, y como lo sabemos, fue un desastre. La Policía Federal se descuidó y se perdió el camino.

Cuando llegó al poder el presidente López Obrador, hace un año, aunque parecía difícil caer más bajo, tomó la ya precaria situación en seguridad y le dio el tiro de gracia. Quitó a personas capacitadas y puso a otras, 90% “confiables”. Destruyó una debilitada Policía Federal y con ella la identidad de miles de elementos que creían en la institución. Ahora, está implementando una “estrategia” que, incluso, parece no serlo.

Como promesa de campaña, el mandatario dijo que habría resultados en la materia en seis meses. Hoy estamos peor que cuando comenzó el sexenio. Las mamás no hablan con sus hijos sicarios, la Cartilla Moral no ha tenido el efecto deseado y el dinero regalado no compite con el salario que ofrece el crimen organizado.

Si bien es cierto que no se le puede achacar al gobierno actual todo el problema de inseguridad que vive el país, sí es responsable de agravarlo y no buscar solucionarlo. No estamos hablando sino de la vida de millones de personas que, en el mejor de los casos, viven atemorizadas de la situación de sus comunidades, mientras el Presidente dice que el pueblo está “feliz, feliz, feliz”.

*Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Panamericana.

Twitter: @ralexandermp

 

Comparte en Redes Sociales