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Las muertes no covid

Raymundo Canales de la Fuente

Raymundo Canales de la Fuente

 

Nuestro sistema público de salud, que antes de la epidemia se encontraba en situación de crisis, debido a muchas causas relacionadas con los sistemas que exigen eficiencia en el uso del dinero, ahora frente a la epidemia se aprecia francamente rebasado.

La autoridad sanitaria, de forma razonable diseñó una estrategia que incluye la reconversión de muchas unidades hospitalarias para recibir a los enfermos nuevos, pero esa transformación ha implicado diferir y en muchos casos, cancelar la atención regular que ya se brindaba con carencias. No es un secreto entonces que, seguramente, muchas personas están sufriendo de complicaciones muy serias por dichos cambios, incluso en alguna medida, seguramente están perdiendo la vida.

Hay un reporte reciente de un grupo de obstetras brasileños, cuyos resultados nos conducen a pensar que el incremento en las muertes maternas no está ocurriendo directamente por la infección, sino por las profundas afectaciones al sistema de atención obstétrica, que está abandonando a su suerte a muchas mujeres con enfermedades que ameritan atención de alta especialidad.

Por todos los ámbitos médicos circulan hoy anécdotas en ese sentido, personas que acuden a unidades de emergencias con patología no relacionada a la epidemia, cuya atención se retarda provocando complicaciones graves, incluso, la muerte de algunas personas. Las condiciones de vulnerabilidad de extensos segmentos de la población mexicana, que utiliza como primera línea de atención a los galenos de la farmacia con precaria preparación, se enfrentan hoy a instituciones sanitarias a las que es imposible o por lo menos muy difícil acceder.

Ahora que por todos lados aparecen expertos analistas de mortalidad y epidemias, hay una cantidad considerable de personajes que advierten que el exceso de mortalidad que se presente durante el 2020 serán muertes por covid-19, sin percatarse de que la presión sobre el sistema sanitario será responsable de una proporción quizá importante de esos inesperados fallecimientos.

El panorama se aprecia difícil y, por lo pronto, no parece haber salida a corto plazo. En ninguna región del orbe, incluso, los países con mejor gestión de la pandemia han podido terminar con la infección, por la simple razón de que, hasta el día de hoy, no existe tratamiento eficaz y demostrado. Tampoco sirven las recetas de beber cloro, como promocionó el presidente del país mas poderoso del orbe, y la vacuna se sigue viendo lejos en el tiempo. No va a existir una vuelta a la “normalidad” como la conocíamos hasta el 2019 y el reto actual es repensar todos los sistemas de salud, desde sus bases más elementales.

Pocas conclusiones parecen claras, pero es un hecho que la inversión en ciencia debe incrementarse sustantivamente, es esa actividad humana la que puede brindar respuestas a situaciones tan extremas y, por otro lado, los sistemas sanitarios no deben obedecer a criterios económicos, sino a una lógica de prevención hacia la sociedad y como un discurso de derechos humanos elementales. No hay salida.

 

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