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El manejo de la pandemia en México

Raymundo Canales de la Fuente

Raymundo Canales de la Fuente

Centenares de comentócratas, ahora convertidos en epidemiólogos improvisados, afirman que basta con saber sumar y restar para entender y criticar la estrategia de la autoridad sanitaria relativa a la pandemia por covid-19. Dichos personajes han vertido ríos de tinta asegurando que todas las decisiones fueron malas, tardías e ineficientes.

En las últimas semanas se ha podido apreciar una tendencia franca a la disminución de contagios, muertes y personas hospitalizadas con la infección, frente a lo que los críticos de la estrategia oficial han empiezan a guardar silencio. Porque si efectivamente todo estuvo tan mal hecho como clamaban, no puede existir una explicación sensata al hecho de la baja en los números.

Vaticinaban una catástrofe de dimensiones tan grandes que sólo sobrevivirían unas cuantas personas en el país. Simplemente, los hechos están demostrando el ridículo de sus afirmaciones y, por supuesto, la ilegitimidad de sus pronósticos y nefastos vaticinios.

Siempre han existido quienes se dedican en cuerpo y alma a la crítica destructiva, lo que propicia la polarización social. Si bien es cierto que el presidente Andrés Manuel López Obrador contribuye al ambiente remarcando diferencias y señalado a grupos concretos, la salud debería ser un tema que nos unifique.

Nadie en su sano juicio desea que mueran personas víctimas de una infección, entonces, de entrada, la sociedad en su conjunto debería estar atendiendo con cuidado las recomendaciones de los expertos.

No me opongo a la crítica, la cual yo mismo ejerzo regularmente, pero estoy en franco desacuerdo con la destrucción y la descalificación a priori que, además, ha venido acompañada de insultos sistemáticos y de frases tan estúpidas como llamarle “asesino” al encargado de la pandemia.

El doctor Hugo López-Gatell ha puesto todas sus capacidades para luchar contra el enemigo común que es un virus desconocido por la humanidad, teniendo que tomar decisiones en extremo difíciles, momento a momento, para obtener el máximo beneficio con un presupuesto que por definición está limitado y con la finalidad clarísima de obtener los mejores resultados posibles bajo las circunstancias de un sistema sanitario que había venido en decadencia a lo largo de las últimas décadas.

La verdad es que con su cargo “se sacó la rifa del tigre”, como reza una expresión mexicana que se refiere a un nombramiento que implica beneficios, pero que a la postre resulta en enormes desventajas por responsabilidades que pueden rebasar incluso al más experimentado.

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Ningún epidemiólogo en el mundo ha encontrado una salida fácil en respuesta a la epidemia, todos y todas ellas han forzado presupuestos y sistemas de salud para responder hasta donde sus medios se los permiten. Ninguno de ellos había enfrentado una epidemia siquiera parecida. Se requiere creatividad, conocimientos y capacidad para tomar decisiones muy rápidas frente a un escenario que cambia a cada momento por los nuevos hallazgos de la ciencia.

El ejemplo del cubrebocas es quizá el más evidente dado que al inicio de la epidemia no se sabía si podría ayudar su uso generalizado, pero con la evolución se pudo demostrar claramente que contribuye al control. Hoy, la autoridad sanitaria lo recomienda a pesar de que al inicio no se manifestó en ese sentido.

Yo creo que es muy importante que la sociedad en su conjunto y cada individuo tenga una mínima capacidad de reflexionar antes de hablar y que cada quien reconozca sus propias capacidades. La epidemiología no se puede entender con saber sumar y restar.

 

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