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Aborto, en el ámbito privado de la salud

Raymundo Canales de la Fuente

Raymundo Canales de la Fuente

 

Desde que se despenalizó la interrupción del embarazo en la Ciudad de México, disminuyó sustancialmente el número de muertes por ese fenómeno.

No hay duda acerca de la racionalidad del manejo en el ámbito de la salud, por supuesto, siempre y cuando se brinde una orientación adecuada a las mujeres, se les conmine al uso de anticonceptivos y se les brinde una atención médica apegada a los estándares científicos, éticos y médicos más elevados.

Recientemente me topé con una indescriptible situación que está ocurriendo en nuestra ciudad, de manera pública, y por la que es altamente probable que regrese la mortalidad.

Resulta que existe carencia absoluta de regulación y vigilancia sobre las “clínicas” privadas orientadas a brindar el servicio.

Conozco personalmente una llamada Naiset, ya que hace un par de años me solicitaron asesoría que estuve brindando durante un periodo corto en virtud de que no se tomaron las medidas correctivas respecto de lo que sugerí; por ejemplo, suspender los actos de anestesia general hasta contar con los elementos mínimos indispensables como máquina de anestesia, líneas de oxígeno, aire y vacío.

Hasta donde tengo conocimiento, es la fecha en la que se continúan anestesiando mujeres sin el equipo mínimo.

Pero ahí no termina la historia de dicha clínica; resulta que en internet hay publicidad de por lo menos otras doce clínicas del mismo nombre y uno alternativo Fundación Ile que, para mi sorpresa, no existen.

Al verificar los domicilios con Google Maps se puede uno encontrar hoteles, domicilios particulares y, el colmo, estaciones de autobuses foráneos.

La información es por completo fraudulenta, se promociona una cuyo nombre es Naiset Hospital Los Ángeles que tampoco existe, el domicilio es una casa particular.

Me parece que la agencia publicitaria (creative-edition.co.uk) que emplean es propiedad de ellos mismos y se encuentra operando desde Gran Bretaña; por supuesto, ajena a la legislación mexicana.

Por las características de operar con ese nivel de cinismo e impunidad, seguramente el propietario de Naiset es algún funcionario público, quizá empleado de Cofepris, que en todo caso es quien ostenta la responsabilidad de vigilar.

Incluso, buscando intencionalmente en la web, me encontré con el testimonio de dos estudiantes de licenciatura que se hicieron pasar por usuarias y, sin estar embarazadas, les cobraron un aborto.

La clínica (la única existente, en la colonia Roma) no cuenta para su operación diaria con especialistas en obstetricia, los procedimientos los realizan enfermeras capacitadas y médicos generales.

Por supuesto, al preguntarles a las demás clínicas, que brindan el servicio en mejores condiciones, me narran que Naiset “pone una de sus clínicas fantasma” a una cuadra y con un nombre parecido para procurar la confusión y sustituir con sus datos las búsquedas en internet.

Estoy seguro que debe haber otras “clínicas” con conductas parecidas, y me sorprende la ausencia del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva, que debería estar pendiente de hechos tan graves, así como de las organizaciones feministas cuya vocación es evitar los abusos sobre las mujeres en al ámbito de la salud reproductiva.

No tengo que ser genio para imaginar que ya han tenido complicaciones graves y, si nadie hace nada, aparecerán a corto plazo mujeres muertas.

 

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