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Hong kong y el Tratado de Libre Comercio

Raúl Cremoux

Raúl Cremoux

Otros ángulos

Preguntémonos: ¿el negociador en jefe leyó cuáles serían los compromisos de México en la firma del “nuevo” Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá (TLCAN)?

Al final del gobierno de Peña Nieto, recibió el generoso impulso de un negociador para que, apresuradamente, se realizará el acto culminante del acuerdo. El candidato presidencial triunfante, AMLO, lo nombró su representante y así pudo ver las entrañas del tratado, pero no sabemos si pudo evaluarlas y ver las consecuencias de cada punto. En efecto, ese compromiso internacional es toda una enciclopedia en terrenos que van de la modernización de barrios hasta el paso por el cambio climático y el aprovechamiento de cosechas. Es un legajo con articulaciones y consecuencias en muchísimos terrenos. Ahora, detengámonos solamente en uno fundamental: la modernización de la ley laboral mexicana.

Este punto va directamente a lo que durante decenios fue el control de los trabajadores y, con singular brillo, a la antigua CTM del PRI, liderada por la emblemática figura de Fidel Velázquez, servidor de los patrones, brazo articulador de numerosas centrales obreras y… padrino de una interminable lista de diputados, senadores, ediles, gobernadores y por supuesto, servidor del señor Presidente en turno.

Sí, ya son otros tiempos aunque las reglas, con otro uniforme, son las mismas. De ahí que la ley laboral esté empaquetada de otra manera con un añadido derivado del TLCAN, que nadie hubiera esperado. Esto es la supervisión, para no llamarle intromisión, de autoridades norteamericanas en la vida de los sindicatos mexicanos, ahí donde viven a sus anchas los verdaderos charros.

La semana pasada, una delegación de oficiales del Departamento del Trabajo estadunidense se reunió con funcionarios de la Secretaría del Trabajo de México para discutir los avances a las reformas a esa ley.

Revisaron los conflictos que se han presentado en la planta de General Motors en Silao, el rechazo a la cervecera en Coahuila y la de Tridonex en Matamoros, sólo para mencionar algunas recientes.

Los yanquis indicaron que si bien algo se ha avanzado, son todavía muchos los asuntos pendientes y apuntaron con filo que La Casa Blanca está al tanto de todo y todo lo quiere ver resuelto bien pronto. A manera de hipótesis, ¿qué tan transparentes y democráticas son las elecciones de los líderes sindicales; los candidatos son de algún partido político; que presiones sufren los aspirantes?… y una gorda lista de interrogantes.

Bienvenida la recuperación que los trabajadores puedan hacer de su vida sindical y laboral, las prestaciones que puedan reivindicar. Pero, ¿era necesaria la intervención de los oficiales yanquis y sus propios intereses, suponiendo que desean una igualación de los trabajadores de tres países tan diferentes como Canadá, EU y México?

El representante obradorista fue quien empujó para dar celeridad al Tratado, debía llevar la firma de su patrón. ¿Y quién fue ese negociador?

Su nombre es Jesús Seade Kuri, a quien se le dio peso como subsecretario de América del Norte en Relaciones y luego postulado por el mismo AMLO para que fuera Director de la Organización Mundial de Comercio, puesto que no alcanzó. Seade Kuri, quien fue acusado de hacer al menos cinco viajes a donde Wikipedia dice que tiene su residencia en Hong Kong y haber utilizado 800 mil pesos para poder viajar en primera clase.

El negociador en jefe fue premiado al obtener un puesto diplomático muy cerca de sus afectos e intereses: Embajador mexicano en China. Y aquí en nuestro país, a darle satisfacción a los yanquis.

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