Logo de Excélsior                                                        

Coronavirus: potencial pandemia

Raúl Contreras Bustamante

Raúl Contreras Bustamante

Corolario

Desde sus inicios, la humanidad ha visto amenazada su existencia ante las enfermedades. El progreso de la ciencia y la medicina nos ha llevado a alcanzar estándares de salud que nunca antes había tenido la población mundial.

Sin embargo, la fragilidad de nuestra condición humana queda de manifiesto con el surgimiento de nuevas enfermedades o aquéllas que sin ser nuevas no han podido ser erradicadas por los científicos.

Muestra de lo anterior es un nuevo brote de neumonía surgido en un mercado en la ciudad de Wuhan, China. Se trata de una nueva cepa denominada coronavirus que, al parecer, pertenece a la misma familia del síndrome respiratorio agudo y grave (SARS, por sus siglas en inglés), aquél que entre 2002 y 2003 afectara a más de 5 mil personas.

La preocupación de la comunidad internacional por este brote de un nuevo virus surgió porque de diciembre a la fecha se han contabilizado al menos 170 muertes, casi 8 mil contagios y 9 mil casos de personas que se sospecha puedan padecer la llamada neumonía de Wuhan.

Las investigaciones hasta el momento apuntan a que el virus podría provenir de animales salvajes enfermos vendidos en el mercado de esa ciudad. Sin embargo, el nuevo patógeno ha puesto en alerta a las autoridades sanitarias de todo el mundo, ya que se ha detectado que la enfermedad se puede transmitir con facilidad de persona a persona. 

Una docena de países se han visto ya afectados por el coronavirus; al menos hay cincuenta casos esparcidos por Asia, Europa, América del Norte, Australia y ya se presentaron los primeros contagios —además de en China— en Alemania y Japón.

Ante esto, la Organización Mundial de la Salud declaró el jueves pasado al coronavirus como una Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional (ESPII).

Esta categoría de emergencia es un evento extraordinario que se constituye cuando hay un riesgo para la salud pública de otros Estados a causa de la propagación internacional de una enfermedad, y podría llegar a exigir una respuesta internacional coordinada. Esta definición implica que la situación es muy grave y que requiere de acción internacional inmediata.

Este tipo de emergencia se ha declarado antes por problemas como el virus H1N1, los brotes de Ébola, la polio y por el virus Zika, por citar los más destacados.

Hasta el momento, lo más preocupante de la situación es que las cifras cambian al alza hora con hora y se han comprobado casos de personas contagiadas, las cuales nunca estuvieron en el país asiático, pero que tuvieron contacto con pacientes provenientes de China.

Recordemos que, en 2009, ante la epidemia del virus H1N1 una decisión de esta naturaleza le ocasionó a nuestro país pérdidas por 8 mil millones de pesos en el turismo, sin considerar el daño generado por la suspensión de actividades en otros sectores de la economía, lo que representó la caída del 0.7% PIB nacional, según datos de la Secretaría de Salud.

Ante una emergencia internacional de esta naturaleza, la Organización Mundial de la Salud tratará de conducir acciones para reforzar a los países con sistemas de salud más débiles y deberá emitir normas más rigurosas que ayuden a fortalecer las labores de prevención y cuidados sanitarios en todo el mundo.

Lo anterior deberá ir acompañado de la concientización de la población. Es una situación que exige la actuación de todos, gobiernos y sociedad. Sólo así podremos disminuir el riesgo de potenciales pandemias que pongan en peligro la vida tal y cual la conocemos.

Como Corolario, la frase que solía decir el doctor Jesús Kumate: “La salud no es todo, pero sin salud no hay nada”.

 

Comparte en Redes Sociales