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Sufrí un infarto del miocardio, ya no podré hacer ejercicio

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

MITO

Sufrí un infarto del miocardio, ya no podré hacer ejercicio.

Corría el año 1953, mi padre tenía 45 años, trabajaba intensamente y fumaba cigarrillos. Tuvo un infarto del miocardio, permaneció en casa dos meses casi sin moverse, no había Terapia Intensiva. El maestro Ignacio Chávez me llamó y me dijo: “Muchacho, tu padre tiene una lesión grave, si sobrevive estos dos meses, nunca más podrá jugar contigo, nunca podrá agitarse ni tener contrariedades, incluso para subir escaleras lo tendrá que hacer lentamente”; así se pensaba entonces y esa idea prevaleció, por lo que muchas personas, incluso médicos, afirman que quien sufre un infarto del miocardio ya no podrá tener una vida activa.

CONSECUENCIA

Como consecuencia de esta idea, muchas personas que sufren un infarto del miocardio piensan que su vida terminó, que la muerte está a la vuelta de la esquina con cualquier esfuerzo físico; por eso, entre los problemas que tiene quien sufre esta lesión al salir del hospital, están la depresión y el pesimismo, que ayudan muy poco a su recuperación, y si la familia piensa igual puede suceder que, en aras del cariño, limiten o prohíban al infartado una serie de actividades importantes en su vida.

REALIDAD

La realidad es que el infarto del miocardio es la primera causa de muerte en todo el mundo, alrededor de 17.9 millones de personas al año; en México se estima que mueren cada día 200 personas por esta causa.

Pero ahora se sabe bien qué es el infarto del miocardio; este maravilloso músculo recibe sangre, oxigenación y nutrientes por dos grandes arterias que, a su vez, se ramifican a todos lados; cuando se tapa una pequeña arteria, se muere ese segmento del corazón y todo se altera, es por eso que es necesario acudir de inmediato a recibir atención hospitalaria; ahí se valora la magnitud del daño y se dan los tratamientos para superar esa etapa gravísima de la enfermedad, que incluyen “destapar” o recanalizar la arteria obstruida; los conocimientos actuales permiten recuperar a un buen número de personas y el proceso de rehabilitación incluye, obligatoriamente, la actividad física paulatina y creciente, de hecho, en el Instituto Nacional de Cardiología Dr. Ignacio Chávez hay un área destinada a la caminata que inicia la recuperación del paciente.

Por eso, en la fase de recuperación de un infarto el individuo necesita ponerse en movimiento de acuerdo con las indicaciones del médico; está plenamente demostrado que las personas que han sufrido un ataque al corazón que se mantienen físicamente activas y realizan otros cambios cardiosaludables en su estilo de vida viven más tiempo que quienes no lo hacen.

Y tú, estimado lector, que estás sano, recuerda que la American Heart Association recomienda realizar, al menos, dos horas y media de actividad física de intensidad moderada cada semana para mantener una buena salud cardiovascular general.

Por cierto, mi padre dejó de fumar, hizo 30 minutos de bicicleta al día y vivió activo hasta los 95 años..

 

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