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Saludicidio

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

                La ignorancia es la peor corrupción

 

Saludicidio: horrendo neologismo para describir de algún modo la aniquilación de un sistema de salud.

Desde el inicio de esta administración, las autoridades de Salud afirmaron que todo estaba mal en la Secretaría y, en aras de la austeridad, se hizo un recorte de 2 mil 400 millones de pesos a Salud y se inició el despido injustificado de médicos, enfermeras y personal de salud, lo que afectó profundamente los servicios. Eso es saludicidio.

La ignorancia y falta de sentido común llevó a la cancelación del Seguro Popular y la creación del Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi), que no tiene pies ni cabeza y es presidido por Juan Antonio Ferrer, arqueólogo, cuya nula experiencia en salud es semejante a la de su amigo el Presidente, eso es saludicidio.

Los hachazos presupuestales siguen, en este año, aún no se han ejercido mil 844 millones de pesos y las carencias, desabasto afectan directamente la salud de los mexicanos; hay evidencia de esto que hospitales, institutos y clínicas en todo el país, eso es saludicidio.

Los recortes y el desorden administrativo causan grave desabasto de kits de tamiz neonatal y de vacunas de todo tipo, eso lo padecen miles de padres de familia; se estima que 700 mil niños tendrán graves rezagos en la aplicación de vacunas.

Todo esto es un saludicidio porque en pocos meses se tiró por la borda el trabajo de miles de profesionales de la salud, la organización y coordinación con instancias internacionales, los logros de científicos y académicos que llevaron a aumentar la expectativa de vida de los mexicanos, a eliminar casi totalmente las enfermedades protegidas por vacunación, a salvar millones de niños con la hidratación oral, y a tantos logros más. Y con motivo de la aparición de la pandemia de covid-19 se unieron la ignorancia y la abyección, porque los funcionarios de Salud no actúan como científicos, sino como lamebotas y defensores de las insensateces del señor Presidente; la magnitud y gravedad de esta crisis es culpa de ambos, él por ignorante, ellos por abyectos; eso es saludicidio.

Y en el colmo de aberraciones jurídicas y administrativas, se decidió que toda la estructura previa del sector Salud desaparezca y se cambie la ubicación de órganos desconcentrados, violando la Ley General de Salud y desmantelando más a la Secretaría; así, el señor López-Gatell tendrá ahora 13 organismos bajo su mando, en especial Cofepris, que es jerárquicamente superior a la Subsecretaría, pero de ese modo López-Gatell tendrá amplias capacidades administrativas que le permitirán tener el control de importación de insumos y medicamentos y, al mismo tiempo, hacer las compras de esos insumos, con lo que será juez y parte, y aumentará la corrupción, eso es saludicidio.

El covid sigue adelante, a pesar de las declaraciones reiteradas y cada vez más deslucidas del señor López-Gatell; la catástrofe es inocultable, se necesita una vacuna, y ¿quién tomó la decisión de ofrecer a Mexico la vacuna?, ¡los malditos neoliberales!, la Fundación Carlos Slim, el laboratorio AstraZeneca y la Universidad de Oxford firmaron un acuerdo a fondo perdido para que se tenga la vacuna a tiempo, ¡así son los neoliberales!

Todos deploramos la catastrófica derrota de México frente al coronavirus, y por eso el señor Presidente, al ver la derrota —como Boabdil al perder Granada— “llora como mujer lo que no supo defender como hombre”, y como no conoce la empatía, ha sido indiferente ante la muerte de 60 mil personas, nunca apoyó a los médicos que requerían equipo y nunca visitó un hospital, cree que es suficiente guardar un minuto de silencio por los caídos; sin comentarios.

No podemos quedarnos callados frente a estas acciones aberrantes y destructivas, frente a las carencias que impiden que los profesionales de la salud trabajen, frente a la enfermedad y muerte de miles y miles de pacientes; con la ley en la mano y con argumentos científicos exigiremos que cese ya esta inclemente destrucción de un sistema de salud que tanto trabajo costó construir. Y en esta tarea será conveniente que participen también quienes han sufrido en carne propia las consecuencias de esos errores y aberrantes decisiones: los enfermos, los deudos de miles de mexicanos y todos los que aman la vida y defienden la salud.

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