Logo de Excélsior                                                        

Reírnos de nosotros mismos

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

No te quejes, volverse viejo es un privilegio que se les niega a muchos

J. Donne

 

Mi querido viejo: entre las múltiples satisfacciones que tengo al estar en contacto contigo y con los queridos viejos que me leen, ha sido el recibir testimonios, fotografías o videos de viejos exitosos, viejos contentos, viejos amables, que disfrutan la vida como lo hacen los jóvenes que viven su juventud sin preocupaciones.

En uno de los videos que recibí, posiblemente grabado en una calle de Argentina, un viejo querido, vestido de etiqueta, hirsuta cabellera y barba blancas, pone en el piso su equipo de sonido, lo enciende y comienza a bailar un tango con su compañera, ejecutando impecablemente los pasos, y de pronto invita a los demás a bailar, y eso se vuelve una fiesta; otros viejos, de no menos de 75 años, tocan el bandoneón, el saxofón, el bajo y el piano y deleitan a todos los que pasan.

Y así tengo fotos y videos de viejos corredores, de viejos escaladores, viejos en bicicleta, en motocicleta, e incluso un video de un hombre de 100 años que celebra su cumpleaños arrojándose al vacío en paracaídas.

¿Por qué lo comento, querido viejo?, porque una forma maravillosa de vivir estos años es no tener pena o vergüenza por hacer lo que nos place, reírnos de nosotros mismos, inventar juegos o pasatiempos, cantar, bailar, brincar, tocar instrumentos, lo que sea, porque como dice J. Donne: la vejez es un privilegio que se niega a muchos. Lo que es muy cierto, tú tienes en la mente a esa persona querida que no tuvo el privilegio de llegar a la vejez.

Por todo lo anterior, me he metido a la computadora en la que podemos encontrar lo que queramos;  hay el relato de un grupo de viejos alemanes que viven en Essen, una ciudad de medio millón de habitantes, considerada la Capital Europea de la Cultura; esos queridos viejos formaron el Grupo “Contilia” de individuos retirados, y decidieron ¡hacer un calendario con ellos como protagonistas de películas populares!; y así tenemos a un joven de 83 años que es “James Bond”, una pareja de más de 80 que imitan la escena del “Titanic”, un soberbio viejo de 88 que es “Rocky”, una dama de 86 años como “Mary Poppins”, otros más, montados en motocicletas, a los 88 y 90 años, imitan la película “Buscando mi destino”, tres más son las “Ángeles de Charly” y con doce imágenes así imprimieron un calendario que ha tenido un éxito fenomenal en todo el mundo; busca en el Internet “Contilia Retirement Group” y podrás ver todas las imágenes de ese insólito calendario.

Saber reírnos de nosotros mismos, celebrar cada día con optimismo, hacer “locuras” como esos amigos alemanes, es lo que le da sentido a estos años que la vida nos regala.

Y tú, querido viejo: ¿le vas a llevar serenata a la compañera de toda tu vida?, ¿te pusiste un sombrero de charro y bigotes el día del Grito?, ¿tú, querida vieja, te pusiste ese traje de tehuana que estaba arrumbado?, y ustedes que se reúnen en grupo, ¿pensarían hacer algo semejante a nuestros colegas alemanes?

El ser humano, –hasta donde sabemos–, es el único que ríe, y el único que puede reírse de sí mismo, por eso pregunto: ¿cuántas veces al día ríes?, mi padre, que tocó el piano hasta muy avanzada edad, decía que “un santo triste es un triste santo”, y yo añadiría que “un viejo triste es un triste viejo”, y mi mamá, cuando estaba en una reunión, a sus más de ochenta años, tomaba la palabra y comenzaba a contar chistes blancos, verdes y colorados, para asombro y regocijo de quienes los escuchábamos; mi mamá vivió 86 años y mi papá 95, y creo que los disfrutaron muy bien.

 

Comparte en Redes Sociales