Logo de Excélsior                                                        

Más viejos, más sanos, más felices

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

                Los árboles más viejos dan los frutos más dulces.

                Proverbio alemán

 

Querido viejo: hemos hablado en estas semanas del placer de ser viejos, con arrugas o sin arrugas, y para darnos cuenta que formamos ya parte de una nueva generación de viejos, más sanos y más felices, quiero recordarte a algunos viejos que tú conoces por el radio, la televisión o el cine.

Seguramente tú te has deleitado con las actuaciones de estrellas como Clint Eastwood, Sean Connery, Jane Fonda, Betty White, Robert de Niro, Michael Caine, Sophia Loren, Helen Mirren ¡y otros más!

¡Ellos son tan viejos como tú y yo, y como tú y como yo están sanos, felices y activos!

Y no sólo admiramos a los actores extranjeros, ¿qué te parecen Manuel El loco Valdés, Ignacio López Tarso, Helena Rojo, Carmen Salinas, Héctor Bonilla, Eric del Castillo, Elsa Aguirre, María Victoria, Rafael Inclán, Yolanda Montes Tongolele, Héctor Suárez y tantos más?

No podemos negar que estamos ante un cambio cada vez más importante respecto de la edad, porque todas estas personas tienen más de 70 u 80 años y están en pleno uso de sus facultades y en plena actividad.

Lo más interesante, querido viejo, es que ellos y nosotros formamos un nuevo universo, que no nos conformamos con estar “arrumbados” en un rincón esperando la muerte, o escondidos en nuestro cuarto recordando con tristeza los tiempos idos, sino que sabemos que cada día de la vida tiene 24 horas y cada día, sea en la infancia, en la madurez o en la plenitud, está ahí para aprovecharlo de la mejor manera.

Como tú sabes, querido viejo, los individuos añosos de antes eran así por varias razones: la primera era que la expectativa de vida era muy corta, 30, 40 años, y por eso los de 50 o 60 eran excepción y eran tratados con todo cuidado, porque cualquier enfermedad podía tener consecuencias en pocos días.

Por otra parte, no se conocían ni el origen de las enfermedades de la vejez ni sus tratamientos, por lo que los achaques como presión alta, dolores reumáticos, problemas digestivos, eran entonces causa de debilidad e invalidez.

Pero como he dicho muchas veces aquí: “la vejez ya no es lo que era” (y te aviso con alegría que mi libro con este título saldrá muy pronto a la luz).

Y claro, no menospreciamos a nuestros abuelos y bisabuelos que vivieron sus vidas de la mejor manera, pero ahora, con los avances de la ciencia, con las facilidades de la tecnología moderna y con el conocimiento de que podemos ser felices y productivos hasta el último día, no estamos detenidos en el tiempo, sino que seguimos adelante cada mañana con una sonrisa en los labios.

“-Pero tenemos achaques”, me dirán algunos. ¡Claro que los tenemos! Algunos no oímos bien, otros tenemos dolores en las articulaciones, hay quien tiene alta la presión, no ve bien o no duerme bien, pero los achaques también los tuvimos en la adolescencia, ¿recuerdas el acné?, ¿y los dolores periódicos?, ¿los raspones, incluso las fracturas?

Lo más importante es que nos demos cuenta de que la palabra viejo significa ahora algo muy distinto.

Viejo es el que ha vivido plenamente, viejo es el que saborea cada día y encuentra en cada ocasión la forma de ser feliz; viejo es el que sonríe a la vida por todo lo que le ha dado.

Viejo es una palabra hermosa y la tenemos que dignificar con nuestra sola presencia: erguidos, sonrientes, con la mirada en alto, optimistas, sociables, contentos con lo que tenemos, aprendiendo nuevas cosas, usando los avances tecnológicos; internet, skype, etcétera, compartiendo con nuestros hijos y nietos.

Querido viejo: podemos predecir que nuestros hijos y nietos vivirán más que nosotros, 100, 110 o más años, y ellos se acordarán de cuando nosotros “sólo” llegábamos a los 90 y tantos, pero así es la vida, y hoy nos toca ser setentones, ochentones y noventones viejos, sanos y felices.

               

Médico y escritor

Facebook: Bien y de Buenas–Rafael

Álvarez Cordero

 

Comparte en Redes Sociales