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El odio aniquila

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

El odio no es más que carencia de imaginación

Graham Green

 

¿Podemos imaginar la escena en la Sala Oval de la Casa Blanca?, ¿podemos pensar qué pasa hoy por la mente del hombre que se creía el individuo más importante del mundo?, ¿podemos verlo hacer un recuento de los hombres

y mujeres que trabajaron con él, lo obedecían ciegamente y ahora no sólo lo abandonan, sino que se levantan en su contra?, ¿se dará cuenta que todo el odio que sembró

por el mundo y por los Estados Unidos es el que lo aniquiló? y ¿reconocerá que ese odio lo llevó al basurero de la

historia?

Es extraño ver el desmantelamiento de la Casa Blanca mientras Donald Trump rumia sus últimos actos como presidente, ignorado por muchos, repudiado por muchos más, apoyado solamente por los más retrógrados integrantes de la supremacía blanca, ignorantes, pendencieros y terroristas.

Si algo se puede derivar de estas semanas insólitas, es que el pueblo norteamericano nos ha dado una buena lección, porque lo ocurrido no fue por generación espontánea, sino por una mezcla perversa de tiranía racista de los republicanos —alimentada por miles de mensajes diarios en contra de los enemigos— y la debilidad de los millones de ciudadanos que no supieron reaccionar a tiempo frente a los desmanes de Trump perpetrados en estos cuatro años; Albert Camus lo dice: “La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios, sino sobre las faltas de los demócratas, así de simple”, así de importante, es algo que no debemos ignorar.

¿Y a mí qué me importa lo que le pasa a Trump y lo que hacen nuestros vecinos del norte?, me dirá usted, y tiene razón; independientemente de los problemas que enfrentará México por las actitudes de Andrés Manuel con Trump y contra Biden, lo que pasa allá sólo nos puede interesar si vemos lo que pasa aquí.

Porque aquí hemos vivido dos años de odio, odio de un individuo cuyas cualidades y carencias se semejan mucho a las del derrotado presidente yanqui; ignorante, pendenciero, mentiroso, agresivo y agresor, desprecia —como Trump— a la razón, a la educación, a la ciencia, a la investigación, a las artes, al planeta, en lugar de ver al futuro está anclado en el pasado, y todo ese odio almacenado por años lo vuelca cada mañana sobre los mexicanos y nos ha dañado de manera casi imposible de reparar.

No es necesario repasar las condiciones en las que está ahora el país, hundido económicamente, dominado por el hampa sin control alguno, enfermo porque el sistema de salud desapareció, mientras el dueño de las mañaneras, en lugar de informar de los gravísimos problemas que tenemos, se dedica a presentar a Benito Bodoque, el personaje de una caricatura para desviar la atención y negar la realidad, esa es la verdadera dimensión del Presidente, odia a todo el mundo que no piensa como él y está hundiendo al país.

Pero vale la pena que reflexionemos sobre nuestro papel en este año, en esta historia, porque lo que dice Camus es la pura verdad; no podemos combatir el odio presidencial con el odio ni seguir satanizando todo sin proponer alternativas.

Vemos que hay una oposición, pero que no tiene ni estructura ni organización ni proyecto que pueda entusiasmar a los ciudadanos; hay confusión en los partidos políticos, que como ratones ciegos no acaban de decidir qué quieren, con quién se pueden aliar, qué proyecto de nación presentar a los ciudadanos, y así como el Presidente vive viendo al pasado, los políticos hacen lo mismo, sin darse cuenta que son responsables del presente y del futuro.

Hace una semana mencioné la lección de democracia que dieron los legisladores en el Capitolio, que hicieron prevalecer la Constitución, hoy lo reitero, porque si seguimos como estamos ahora, en junio próximo el Presidente pondrá el último clavo a nuestra democracia.

¿Estamos a tiempo?, ¿sabremos armonizar nuestros proyectos de nación?, ¿podremos pasar por encima de nuestras diferencias y unir nuestras coincidencias? o ¿seremos suficientemente sabios para encontrar las fórmulas adecuadas para lograr mayoría en las Cámaras y desde ahí seguir adelante?

Es tarea de todos, de usted, estimado lector, su familia, sus amigos, sus conocidos, todos, incluidos los indolentes y los indecisos; el tiempo apremia, la democracia que hemos construido no puede morir víctima del odio.

 

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