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Dudas, fuegos y migraciones

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

Surgen dudas: ¿por qué si el nuevo gobierno quiere que México progrese decidió sin argumento alguno la cancelación del aeropuerto?, ¿por qué si quieren que haya una economía fuerte surgieron las torpes iniciativas relativas a los cobros por servicios bancarios?, ¿por qué hay asesores económicos en el Senado y no fueron consultados?, ¿por qué si siempre criticaron a Felipe Calderón por poner al Ejército en las calles, lo volverán a poner para “pacificar el país”?, ¿por qué recortan en un 30 por ciento el presupuesto para las universidades?, ¿es cierto que Cofepris será desmembrada para “deshojarla como una alcachofa”?1, éstas y otras dudas las oímos aquí, porque estar lejos no impide que los compatriotas sigan amando a México.

Fuegos.- El calentamiento global es una realidad, los cambios de temperatura del mar afectan cada vez más a todo el planeta; los esfuerzos de los gobiernos por tratar de aminorar ese cambio son insuficientes y lamentablemente el individuo que representa al país más poderoso del mundo ignora y niega el cambio climático y se enfrenta a todos los argumentos científicos con la desfachatez de un borracho de cantina.

Debido al aumento de la temperatura en la zona occidental de los Estados Unidos, que desde hace varios años hacen que los vientos que bajan de las montañas sean cada vez más cálidos, y como algunas especies de árboles son particularmente inflamables, una pequeña chispa puede convertirse en un grave incendio en cuestión de minutos. Eso sucedió en la costa de California y en pocos días se presentó el incendio más voraz y destructor de la historia de esa región; todos los habitantes (incluida mi familia) tuvieron que ser evacuados sin que pudieran llevar sus pertenencias; se refugiaron donde fue posible porque no había albergues para ellos, vivieron horas de angustia y el resultado a tres semanas de distancia es verdaderamente aterrador: los tres grandes fuegos: Camp Fire, Woolsey Fire y Hill Fire han arrasado más de 56 mil hectáreas, han destruido más de 12 mil construcciones, más de la mitad de ellas casas habitación; el poblado de Paradise, de 26 mil habitantes, desapareció, hay más de 80 muertos y más de 1,440 desaparecidos, muchos de ellos individuos ancianos.

Y para más afectación, el torpe presidente Trump dijo que lo ocurrido “era culpa de quienes cuidan los bosques”, y por supuesto negó que esto estuviera relacionado con el calentamiento global, “algo tiene que ver”, exclamó neciamente y se retiró como vino.

Nosotros, allá en México, tenemos un problema similar, menos dramático, pero igualmente grave, porque los incendios, casi todos provocados por talamontes que se aprovechan de las torpes leyes forestales y la impunidad, han diezmado la riqueza forestal del país, a ciencia y paciencia de los gobiernos; lo que yo vi cuando viví en Michoacán, es triste, muy triste.

Migraciones.- somos un país de migrantes, no lo podemos negar; desde tiempos de la Colonia, el país recibió oleadas de ciudadanos europeos, en especial en el siglo XX, cuando Lázaro Cárdenas acogió a trasterrados de la guerra mundial, y los que siguen llegando, —algunos de ellos sobrevivientes del Holocausto, grandes amigos míos—, dan cuenta de la buena disposición que tenemos los mexicanos hacia quienes vienen y se asientan en nuestro país.

Pero el fenómeno migratorio de hoy, que es ya un problema global, no fue previsto por las autoridades mexicanas, y prueba de ello está la tolerancia e indolencia hacia quienes se suben a la “Bestia”, un ferrocarril que los transporta tierra dentro; algunos llegan a la frontera norte, otros se pierden en el camino, Migración no dice nada.

Y debido a esa indolencia, las autoridades mexicanas ignoraron el hecho de que se preparaba una invasión masiva del territorio nacional con la intención de venir a los Estados Unidos, y aun sabiendo que el presidente Trump nunca permitirá la entrada de esos miles de centroamericanos, Migración no hizo nada, torpemente intentó detenerlos, el propio Enrique Peña Nieto e, incluso, Andrés Manuel López Obrador les ofrecieron trabajo, sin especificar dónde, cuándo, cómo y con qué, y ellos, como búfalos en manada, llegaron a varios puntos de la frontera y exigen lo imposible, causan el caos en el lado mexicano, afectan a quienes viven ahí y pisotean todas las leyes y reglamentos. El asunto no tiene salida, lamentablemente la falta de previsión hará que esta migración resulte en una lamentable tragedia humanitaria

  1. Maribel Ramírez Coronel, 18 de noviembre de 2018

 

Médico y escritor

raalvare2009@hotmail.com           

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