Polarización y venta de niñas

Pascal Beltrán del Río Bitácora del director
Suscríbete a nuestro boletín

Recibe las últimas noticias y mantente siempre informado

Correo electrónico
Enviar

El 15 de octubre pasado, al asistir a la toma de posesión de Evelyn Salgado como gobernadora de Guerrero, la jefa de Gobierno capitalina, Claudia Sheinbaum, tuiteó que no había “nada más machista que referirse a una mujer como la hija de, la esposa de, etcétera, como si las mujeres fuéramos pertenencia de alguien”.

A ella, evidentemente, se le olvidó que la insistencia en el parentesco de la hoy mandataria estatal con el senador Félix Salgado Macedonio provino de Morena, que en la encuesta para designar a quien sustituiría a éste como candidato a gobernador la identificó como hija de su padre e incluso la llamó en campaña La Torita.

Peor aún, el oficialismo ha callado ante una práctica mucho más machista y perniciosa que ocurre en Guerrero: la venta de niñas para entregarlas en matrimonio, costumbre que fue evidenciada recientemente por el caso de Angélica, una joven indígena de La Montaña, quien fue encarcelada luego de denunciar que su suegro repetidamente había tratado de abusar sexualmente de ella. La presión de la opinión pública provocó que Rutilio, el suegro, fuera detenido por agentes de la Fiscalía estatal para responder por las acusaciones. Sin embargo, la práctica que ha propiciado la vulnerabilidad de las mujeres en comunidades indígenas del oriente de Guerrero no ha recibido de parte del oficialismo ningún tipo de condena.

Y eso es porque el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha negado a considerar la venta de niñas como parte de los usos y costumbres que prevalecen en municipios como Cochoapa El Grande, donde ocurrió el caso de Angélica.

Ya lo había hecho en mayo pasado, cuando dijo que no había que “estigmatizar” a las comunidades indígenas, y lo volvió a hacer en días recientes. El domingo, al finalizar su gira de fin de semana por Guerrero, el Presidente se refirió al caso de la siguiente manera: “Ahora que fuimos a La Montaña, unas periodistas, por toda la campaña que se genera, de quienes no conocen las comunidades ni conocen de las culturas, de los pueblos, la pregunta que me hacían es ‘¿viene a ver lo de la venta de niñas, lo de la prostitución de niñas?’ ”.

Y agregó: “No, no vengo a ver eso, porque eso no es la regla. En las comunidades hay muchos valores morales, culturales, espirituales. Eso puede ser la excepción, pero no es la regla. ¿Qué, acaso entonces la prostitución nada más está con los pobres? Entonces (hay) toda una campaña en ese sentido, pero no es motivo para cuestionar a nadie, es que es muy enajenante el manejo de la información”. Además de confundir la prostitución con la venta de niñas para casarse, el mandatario parece pensar que el hecho de que, para él, esa práctica no sea generalizada la hace no merecedora de una condena.

De parte de sus colaboradores en el gobierno y los legisladores y funcionarios locales de su partido lo que ha habido es un gran silencio, probablemente por temor a contradecirlo. Como digo arriba, Claudia Sheinbaum, la favorita de López Obrador para sucederlo en 2024, quien dijo en tuit que no había “nada más machista” que decir que una mujer era hija de alguien, no ha hecho crítica alguna a la costumbre de vender niñas, que, de acuerdo con distintas organizaciones defensoras de derechos humanos, es un problema amplio, no aislado.

El Presidente, tan dado a no hacer distingos en sus críticas contra sus adversarios —etiquetando a todos como “conservadores”, “fifís” o “neoliberales”—, decidió, en este caso, y contra todas las evidencias, que la venta de niñas es un tema poco relevante, dejando así a las víctimas a la deriva.

BUSCAPIÉS

*Detrás de los comentarios recientes del presidente López Obrador sobre la UNAM puede haber algo tan concreto como su molestia por las posturas recientes del rector Enrique Graue sobre el regreso a clases presenciales y las investigaciones judiciales contra científicos o algo tan amplio como su conocida aversión al conocimiento especializado. Sin embargo, puede ser otra cosa: el triunfo de la oposición en el distrito electoral 23 de la Ciudad de México, una demarcación que el oficialismo consideraba un sólido bastión y en el que buena parte de los votantes están asociados con la universidad.

Comparte en