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Auriga 11: ilusión y verdad

Paola Domínguez Boullosa

Paola Domínguez Boullosa

La coach

Hay que tener el valor de decir

la verdad, sobre todo cuando

se habla de la verdad.

Platón

 

Un buen auriga es líder, líder de su propia vida, líder de quienes lo siguen, líder de la responsabilidad a su cargo frente a otros. Uno de los principios básicos de un buen líder es situarse en la realidad que se vive, sin importar las circunstancias que haya que enfrentar. La realidad obliga a vivir en la verdad y cuando se habla de verdad, y se pretenden tomar decisiones correctas sobre la vida propia y la de otros, esas decisiones tienen que basarse en la verdad. La realidad es una, y la verdad que le acompaña, también.

Verdad, según la Real Academia de la Lengua Española, significa conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente, conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa, juicio o proposición que no se puede negar racionalmente, cualidad de veraz, expresión clara sin rebozo ni lisonja, con la que a alguien se le corrige o reprende, y es también sinónimo de realidad, de existencia real de algo. El concepto de verdad, alineado a la realidad, resulta, para muchos, una verdad absolutamente subjetiva e, incluso, ilusoria. Y en los casos más graves practican, también, el ilusionismo.

Recordemos que la ilusión significa, según la misma fuente anteriormente citada, algo engañoso, irreal y ficticio, lo cual carece de valor o efecto, algo nulo. El ilusionismo se refiere al arte de producir fenómenos que parecen contradecir los hechos naturales. Desagraciadamente, algunos, que ejercen el liderazgo en sus vidas y también en la vida de otros, viven basados en la ilusión y no en la verdad.

Caótico por donde se mire, arduo y peligroso terminan siempre siendo los procesos y los resultados de esas decisiones indebidamente tomadas, siempre de miras egocentristas, mal analizadas, evaluadas y elegidas, que ponen en riesgo los destinos y las vidas propias y ajenas. Porque es indudable que la falta de humildad, de humanismo, de sensibilidad y, sobre todo, de inteligencia y visión, es lo que lleva a estos líderes de pacotilla a la culminación del fracaso y de la irresponsabilidad.

Por eso que no le sorprenda ver tantos y tantas que insisten en llevar una vida negligente, inconsciente y ciega a hombros de alguien más que se llama líder, casi siempre porque son incapaces de ser líderes de sí mismos, en sus propias vidas y en la toma de sus propias decisiones de forma libre y sin interferencias. Porque el buen auriga, como el buen líder que es, empieza por casa, por la calidad de ser humano que decide ser, por la manera en la que elige aceptar y abrazar esa realidad como su presente, por las elecciones que hace con miras hacia el futuro, por su solidaridad, integridad, humildad y, sobre todo, por su responsabilidad, ejercicio de sus deberes, manejo de su inteligencia y autocontrol de sus emociones.

Por eso no, no todos son buenos aurigas ni buenos líderes ni se manejan en la realidad, y mucho menos en la verdad. Por desgracia, muchos siguen atados a su propia verdad subjetiva, a su ilusión, a su ilusionismo, a fin de que sus palabras y sus acciones, de tanto repetirse, se conviertan en una realidad. Pero la realidad no se transforma a golpe de utopías, filosofías baratas y medias verdades, la realidad se transforma mediante buenas acciones, elecciones y decisiones respaldadas por la unidad que la apoya y lucha por los mismos ideales.

Por eso hoy lo invito, simplemente, a vivir en la realidad, en la verdad, haciéndose responsable de su vida y haciéndose consciente de su liderazgo, sin importar el grado en el que se desempeñe, porque esa es su responsabilidad, la de su vida y la vida de gente que depende de usted. Como siempre, usted elige.

¡Felices verdades, felices vidas!

 

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