Pablo Carrillo

Pablo Carrillo
La neurona

Histórico

17 de Agosto de 2021

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Una vez más, las lesiones se han encargado de derrotar, fuera de la cancha, al más grande de la historia, Roger Federer, en lo que, ahora sí, parece su adiós definitivo del tenis.

Con cuarenta años cumplidos, un sinnúmero de triunfos de todo calibre, hablar de Federer es hacerlo de uno de los grandes deportistas de la historia, uno de los ejemplos más grandes del deportivismo en toda la extensión de la palabra. Es un fuera de serie, incomparable e irrepetible.

Sin embargo, su gran deseo de prolongar, quizá de más, su carrera, podría ser de las pocas máculas en su luminoso trayecto.

Es un tema muy debatible, sin embargo, más allá de los esfuerzos recientes, de la lucha encarnizada por superar las lesiones, el suizo es todo un compendio de un competidor nato que quiere derrotar al dios Cronos y que, hasta ahora, lo había logrado, pero el tiempo es irreversible y pasa la factura, en este caso, más tarde que temprano. Que pudo retirarse antes sin necesidad de sufrir todos los procesos para revertir las lesiones, quizá, que pudo hace ya mucho tiempo dejar la competencia de alto rendimiento, también, sin embargo, nadie le podrá reprochar que siempre, hasta en la madurez deportiva, ha sido un fenómeno que nadie podrá igualar o siquiera acercar a la trascendencia e importancia de su carrera.

De inmediato los aficionados de Novak Djokovic o Rafael Nadal saldrán a la defensa de sus ídolos deportivos, y quizá tengan mucha razón si atendemos a las estadísticas o números de triunfos en Grand Slams, semanas como número uno del mundo y demás cifras reveladoras, pero en lo que ninguno alcanzará a su majestad Federer es en la trascendencia histórica hacia el tenis y el deporte en general.

Francamente, dudo mucho que a su edad tenga la capacidad de sobreponerse a una nueva operación de rodilla, a una intensa rehabilitación y, más adelante, poder regresar a competir, es casi imposible, sin embargo, estamos ante una leyenda viviente del deporte, uno de los más grades de la historia en todo el mundo, y no podemos descontarlo nunca, sencillamente hasta que él mismo decida retirarse.

Por lo pronto, expreso mi más sincera admiración, considero un verdadero privilegio haberle visto en acción varias veces. Sin embargo, esa exhibición homenaje de la que fue objeto en el evento organizado por Mextenis, a cargo de Raúl Zurutuza, resultó maravillosa. La Plaza México llena a tope, se dedicó a entregarse a su ídolo, más de cuarenta mil almas unidas en un, quizá, prematuro adiós.

Roger Federer es y será un dios del Olimpo deportivo.

 

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