“¡Yo soy la opinión pública!”

Opinión del experto nacional
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Por Carlos Kenny Espinosa Dondé

Así es, estimado lector. Usted, yo y todo el que lo desee puede darle forma a la opinión pública. ¿Cuántas veces hemos leído y escuchado en medios y redes sociales la supuesta voz y sentir de la gente? Pensamos que los líderes de toda índole representan los sentimientos y deseos de una mayoría de la población que tiene interés en un área en específico. Es esa masa, sin nombre ni rostro, a la que se atribuyen las razones y excusas para tomar decisiones que afectan a un grupo mucho mayor. ¿Alguna vez nos hemos preguntado a conciencia qué es la opinión pública? ¿Quiénes la conforman? ¿Cuál es su motivación?

La opinión pública es la suma de opiniones y puntos de vista de varios individuos sobre temas que les afectan, llevando su discurso a las instancias que crean necesarias para influir en otros grupos, ya sean contrarios o indiferentes a ese tópico. Las personas que están interesadas en un tema, para su beneficio o detrimento personal o colectivo, forman la opinión pública de dicho tema.

Debemos saber que la gente es pasiva por naturaleza. Muy pocos son los que se interesan en temas y situaciones que afectan al colectivo social en el que se desarrollan. La opinión pública comienza en forma inherente desde el interés personal. Es la expresión colectiva de la opinión de individuos reunidos por objetivos, aspiraciones, necesidades o ideales en común. Esto no garantiza que la opinión pública esté basada en hechos comprobables, fundamentos estables e información confiable. Lo único que podemos dar por hecho es que representa los intereses de un grupo que influencia a muchas personas que tienen, o creen tener, opiniones similares.

Esto nos lleva a cuestionarnos quiénes son los líderes de opinión. En un mundo ideal, son personas interesadas en un tema y que están mejor informados que el resto. Crean y adoptan nuevas ideas, consiguiendo que la gente los siga y actúen en consecuencia. Esto es la teoría. En realidad, un gran número de líderes de opinión informales nacen de la necesidad ocasionada por circunstancias extraordinarias que amenazan o alteraron su forma de vida y buscan justicia y cambios para evitar que los eventos se repitan en ellos mismos o sus semejantes; ellos son los líderes informales que no esperaban estar en esa situación y muchas veces no cuentan con los conocimientos ni la información necesaria para generar un cambio permanente. La mayoría va quedando en el camino y muy pocos marcan una diferencia. Otros son personas formales que buscan ser líderes con fines específicos determinados, como los políticos, personas en posiciones de poder y liderazgo. El estar en una posición de poder no significa ser un líder de opinión. Esto se construye con credibilidad, honestidad, coherencia, carisma, conocimiento y responsabilidad, todos ellos valores poco comunes en los líderes actuales.

México necesita de verdaderos líderes de opinión. Ha llegado el momento en que los expertos deben levantar la voz y tomar ese liderazgo. Ya sea en términos de energía, salud, comunicaciones, medio ambiente, educación, economía, civismo, justicia o en cualquiera de los temas que comprende la agenda nacional. Nuestro país tiene extraordinarios especialistas en los asuntos que se requieren para salir adelante y ahora es crucial que hagan frente a partidos y políticos de dudosa reputación. Si las personas calificadas no toman el liderazgo serán suplidos por incompetentes que, sabiendo que no pertenecen ni merecen esa posición, se asegurarán de proteger su mal ganado lugar rodeándose de gente menos capaz que no cuestione su liderazgo, eliminando cualquier riesgo a su coto de poder. Esto elimina la posibilidad de detectar nuevos talentos e interrumpe la evolución natural de una organización al deteriorarla y, en el peor de los casos, destruirla. Eso está ocurriendo con nuestra nación.

 

¿Quiénes deben de ser nuestros líderes de opinión? Los maestros y académicos que conocen las carencias de los estudiantes, pero también las soluciones; los agrónomos que conocen la ciencia y los campesinos el campo; los ingenieros y los obreros que conocen las carencias de infraestructura y saben cómo cubrirlas; los abogados y jueces que se enfrentan a la delincuencia, injusticia y corrupción. Los mexicanos comprometidos. Nuestro país nos necesita más que nunca. Si no damos este paso, seguiremos siendo gobernados por simples políticos.

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