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¿Los feminicidios son un acto de amor?

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Blanca Ivonne Olvera Lezama

Decía William Arthur Ward: “El educador mediocre habla, el buen educador explica, el educador superior demuestra, el gran educador inspira”. Hoy estamos frente a un educador que al hablar en Radio UNAM del libro Pepe Show, de su propia autoría, publicado por la Dirección General de Publicaciones de la UNAM, refirió que su “obra” contiene un análisis mediante fotografías de la violencia en México, centrando su investigación en la relación entre los cadáveres de los ejecutados y la forma urbana de su hallazgo. En ese contexto manifestó: “el feminicidio puede considerarse un acto de amor”, expresión por la cual fue removido de su cargo como director de Investigaciones Estéticas de nuestra máxima casa de estudios, la UNAM.



Lo anterior no puede pasar desapercibido, ya que estas palabras fueron emitidas por un director, un investigador, un profesor y lo que dijo engrandece no sólo la cultura patriarcal, sino que también celebra la violencia contra las mujeres. Porque si el feminicidio se considerara un acto de amor y no un delito, pues ninguno de los feminicidas estaría sujeto a pena alguna. Al contrario, serían parte de una glorificación. Y ya es suficiente la impunidad que existe en la investigación y persecución de los feminicidios en el país —que oscilan de un mes a otro entre 10 y 12 diarios, al menos en lo que va del año 2021— para volver al concepto lombrosiano de que el feminicidio es un simple crimen pasional.




Lombroso, en 1786, en su clasificación de delincuentes, contenida en su obra L’uomo, refirió al delincuente pasional en un sujeto al que llamó Quadi, describiéndolo como un ser noble, diplomático, honrado y famoso que se casó con una mujer promiscua, de quien se enamoró perdidamente.

Después, ella lo engaña, prostituyéndose, y él la descubre y la mata. Quadi trata de suicidarse, pero no lo logra. Posteriormente rehace su vida, se casa, tiene hijos, pero 20 años después confiesa que sigue amando a la primera esposa, a la que privó de la vida, y se suicida. Lombroso explica que el móvil del delincuente pasional es siempre inmediato y que es una pasión “noble”, es decir, este “asesinato violento de una mujer es un acto de amor”. Esto es ilógico, no existe “pasión noble” que justifique privar de la vida con violencia a una mujer en nombre del amor. Porque el amor no mata, al contrario, es el odio a la mujer el que sí destruye.




Es necesario que, en el caso mencionado al principio de esta columna, se vaya más allá de una destitución, porque la expresión de que “el feminicidio puede considerarse un acto de amor” constituye una apología del delito tipificada en el artículo 218 del Código Penal Federal. Así, pues, las declaraciones públicas que realizó este exdirector normalizan la violencia contenida en un acto criminal como lo es un feminicidio, lo que es prácticamente una invitación para cometer este delito, peligroso precisamente en México, donde la violencia contra las mujeres se ha normalizado a tal grado que ha dado como resultado el incremento de los feminicidios y homicidios dolosos contra la mujer.




Tomando en referencia el caso criminológico de Phineas Gage, quien al recibir una lesión cerebral modificó su conducta, es menester dar seguimiento a la salud mental del exdirector de Investigaciones Estéticas, ya que cuando se “disculpó públicamente” agregó encontrarse en un proceso de rehabilitación consecuencia de un derrame cerebral.

Porque, ante todo, debe quedar claro que un académico siempre es y será un ejemplo a seguir y este tipo de expresiones no inspira, sino  que al contrario, desorienta y destruye.

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