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Las ciudades y los retos del cambio climático

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

 

Por Eduardo Vázquez

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que para el 2050 el planeta estará poblado por 9 mil 800 millones de personas y el 68% de la población vivirá en zonas urbanas, umbral que, para el caso de muchas ciudades de América Latina, ya se rebasó. Actualmente, 1 de cada 4 ciudades se asienta en zonas de estrés hídrico.

En México, el 70% de la población ya habita en urbes, cuyo crecimiento demográfico exponencial ha desencadenado un mayor consumo de recursos naturales, como lo es el agua, que cada vez son más limitados para abastecer este ritmo de demanda y necesidades.

Recientemente, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC) alertó que en las ciudades algunos aspectos del cambio climático se verán amplificados, en particular las ondas de calor, dado que las zonas urbanas suelen ser más cálidas que sus alrededores, y las inundaciones, debido a episodios de precipitaciones, serán más intensas en periodos cortos.

Mucho se ha discutido sobre el papel de las ciudades en relación con el cambio climático, no sólo como causantes del problema, sino como portavoces y habilitadores de soluciones.

ONU-Habitat establece que las ciudades consumen una gran parte del suministro energético mundial y son responsables de aproximadamente el 70% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero derivadas de la energía, que absorben el calor y provocan el calentamiento de la Tierra.

Y también, este organismo alerta sobre la creciente escasez de agua y dificultades que las ciudades enfrentan para tener un acceso adecuado a este recurso en la cantidad y calidad adecuadas para toda la población, lo cual quedó aún más en evidencia en estos tiempos de pandemia. Por otro lado, también subraya los efectos que el cambio climático está teniendo en los centros urbanos al afectar el ciclo hidrológico y generar periodos de sequías más intensas, islas de calor, mayores inundaciones y afectaciones a las fuentes de agua locales.

De hecho, durante 2020 y lo que va de 2021, varios países, regiones metropolitanas y ciudades de México y el mundo (Ecatepec, Tula, Bélgica, Alemania, entre otros) enfrentaron escenarios graves relacionados con estos efectos, que generaron grandes daños en la infraestructura pública y privada, el patrimonio de las personas y, en algunos desafortunados casos, incluso pérdidas de vidas humanas.

Es en este contexto que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) inició este 31 de octubre en Glasgow, Reino Unido.

El propio grupo de expertos del IPCC ha señalado que las zonas urbanas deben jugar un papel relevante en el combate al cambio climático y el impulso de las acciones y políticas adecuadas, lo cual cobra aún mayor relevancia ante la complejidad de que los distintos Estados asistentes a la COP26 puedan generar acuerdos suficientes y necesarios ante este gran reto para la humanidad.

El riesgo es real y presente y las decisiones no pueden esperar más. Se requiere una visión común del problema e impulsar acciones colectivas que propicien cambios de fondo y nuevas perspectivas en el uso y manejo de los recursos naturales que, sin atentar contra el desarrollo social y económico, permitan generar nuevos modelos de desarrollo que no atenten contra la propia supervivencia del planeta, sus ecosistemas y habitantes.

Y es aquí donde las ciudades pueden y deben tomar un rol relevante, y el recurso hídrico se puede convertir en un factor crítico que alinee a los distintos sectores y actores para tomar las decisiones adecuadas e impulsar las acciones que se requieren ante este fenómeno.

De allí la relevancia que la COP26 sea un foro para que las ciudades presenten soluciones y propuestas para mejorar su planeación y desarrollo. Propuestas que, sin duda, deben encaminarse, entre otros aspectos, a una planificación sensible al agua, que incentive el ordenamiento territorial, la reducción de su consumo, evite el desperdicio, facilite su reutilización y proteja sus ecosistemas como principales fuentes de agua para todos los usos que, a su vez, ofrecen la posibilidad de habilitar la seguridad alimentaria y energética de las distintas poblaciones.

Corresponde ahora estar atentos a las discusiones y resultados de la cumbre climática y, de manera específica, dar seguimiento puntual a su implementación y cumplimiento en el ámbito de las ciudades como principales actores en este gran reto que tenemos todos.

opinionexcelsior@gimm.com.mx

 

clm

 

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