Inundaciones

Opinión del experto nacional
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Por Ramón Aguirre Díaz

Antes de abordar el gravísimo problema de las inundaciones en Tabasco, me permitiré reflexionar brevemente sobre la problemática que viven las personas que no cuentan con un adecuado servicio de agua potable. A todo llega uno a adaptarse, pero la realidad es que la falta de agua en los hogares es un problema muy grave de salud pública y de baja del nivel de la calidad de vida de las personas. Es claramente uno de los mayores indicadores de la desigualdad social, ya que, en general, el problema es de los sectores más pobres.

El problema principal es que, para resolverlo, se requieren recursos para infraestructura y equipamiento, y no pocos recursos, desafortunadamente, ya que los dineros se entierran y la mayoría de las obras son ocultas, por lo que no es atractivo para los políticos invertir en ellas. Bien se dice que la primera puerta de la justicia social es asegurar un adecuado servicio de agua potable, alcantarillado y saneamiento a las personas. Debería ser el programa social más importante.

Pero con lo grave que es la situación de falta de agua potable, muchas veces más lo representa el que se inunden los hogares. Significa un gran daño patrimonial, un evento que impacta muy severamente la vida de las comunidades afectadas. Salvo un problema grave de salud o un terremoto, nada se compara al enorme impacto de una inundación, donde, también aquí, generalmente los más pobres son los afectados. Hay una clara razón para ello, los terrenos más baratos, los terrenos donde la gente de escasos recursos se puede asentar, son aquellos que se encuentran en las zonas bajas e inundables.

El hecho de que las inundaciones sean periódicas (según las últimas estadísticas, Tabasco se ha inundado severamente ocho veces en los últimos 51 años, lo que nos da un promedio de cada 6.4 años) ayuda a que el problema no esté presente como una necesidad obligada a resolver y para las autoridades canalizar cuantiosas inversiones a reducirlo no es, al igual que el caso del agua potable, nada atractivo.

Tabasco es un estado que tiene una clara tendencia a inundarse, sólo habría que considerar que se encuentra en la zona más lluviosa del país y que los principales ríos, el Grijalva y el Usumacinta, representan el 30% del total del escurrimiento en México. El río Grijalva nace en Chiapas y muy buena parte de su territorio drena hacia él. Su cuenca es de 51,569 km2 y es el principal generador de energía eléctrica, con las presas Angostura, Chicoasén, Malpaso, Canal y Peñitas. El río Usumacinta nace en Guatemala y tiene una cuenca de 106,000 km2, es el más caudaloso del país y no cuenta con presas que permitan controlar los picos de lluvia.

En esta zona tan lluviosa, un estado tan plano, prácticamente una llanura (Villa Hermosa se encuentra a tan sólo 10 metros sobre el nivel del mar) con cuencas tributarias enormes y sumado a la periódica frecuencia de lluvias extraordinarias, la recurrencia de inundaciones está y, desafortunadamente, estará presente.

¿Por qué se inundó este año? Una de las causas es que se presentó un mayor número de ciclones en el Pacífico, siendo el último, el huracán Eta, el que generó cientos de miles de damnificados en el país, pero principalmente en Tabasco.

 

Muchas acciones e inversiones se deberían realizar para disminuir el impacto de las lluvias extraordinarias en Tabasco y hay muchos aspectos que hacen que se agrave el problema. De esto hablaremos en el siguiente artículo.

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