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Fondo Monetario Internacional, frente a la injerencia, soberanía

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Fadlala Akabani

En 1945, tras la Segunda Guerra Mundial, fue creado el Fondo Monetario Internacional (FMI), con sede en Washington DC. Un organismo internacional que aglutina 189 países, surgido a partir de la conferencia financiera de las Naciones Unidas de 1944 y gestiona, mediante el dólar como moneda de intercambio y reserva, la hegemonía político-económica que impuso Estados Unidos después del conflicto armado más grande que ha visto la humanidad.

Junto al Banco Mundial (BM), fue fundado con los objetivos esenciales de evitar una nueva guerra o crisis económica como la de 1929; las funciones actuales del FMI son promover el comercio internacional, así como la estabilidad financiera y monetaria a nivel global, destacando el papel de financiamiento a través de préstamos para los países miembros.

De los países latinoamericanos, tan sólo dos quedaron fuera del primer grupo, Argentina y Haití, que ingresaron en la siguiente década. Desde entonces, el FMI ha tenido siempre presencia en la región hasta la fecha.

En América Latina, particularmente, la recurrencia en solicitud de préstamos fue creciente entre la década de los ochenta y hasta poco después del año 2000, cuando la orientación política de varios países sudamericanos viró a la izquierda; precisamente, como respuesta a las crisis económicas sistémicas producidas por la implementación de las políticas que el FMI impone a los estados para el acceso a financiamiento, como recortes al gasto social, privatizaciones masivas, suspensión de subsidios a los servicios públicos y aumento de impuestos.

Para el FMI, tanto el saldo de los efectos negativos como la expectativa económica sobre éste y el próximo año en los países latinoamericanos y del Caribe es de las menos promisorias a nivel global. Asimismo, del total de créditos asignados por el organismo desde marzo, el 55% han sido a naciones latinoamericanas y caribeñas, aumentando la dependencia de la región.

La irrupción del SARS-CoV-2 alteró el flujo y las cadenas de suministro económico a nivel mundial, pero el desequilibrio provocado por el confinamiento puso en disputa los modelos energético y económico con los que habrá de darse la reactivación; en este momento la continuidad de la hegemonía petróleo-dólar está en juego.

A pesar del ofrecimiento de una línea de crédito del FMI para hacer frente al covid-19, Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, aseguró que no aprovecharía la pandemia para endeudar al pueblo, subir impuestos o rescatar grandes empresas, mucho menos abandonar el proyecto estratégico de la refinería de Dos Bocas. En síntesis, no seguir la receta dictada por el FMI y el Banco Mundial para un país latinoamericano.

No aceptar la línea de crédito ofrecida, continuar con el proyecto de Dos Bocas y emitir bonos de deuda de Pemex para financiar la inversión ha tenido un costo cuyo resultado fueron las críticas del organismo sobre la política fiscal frente a la pandemia, la necesidad de reasignar los recursos de Dos Bocas y la probabilidad de éxito en el rescate de la industria energética nacional a través de Pemex y la CFE.

Sin embargo, como en la negociación que condujo Rocío Nahle en abril ante la OPEP, a pesar de la presión externa y también interna, el gobierno de México mantiene sus posiciones estratégicas, como la inversión de recursos directos a los beneficiarios de los programas sociales y sus acciones pragmáticas, como el ejercicio de austeridad y el impulso a la economía de las micro y pequeñas empresas.

La dignidad en el concierto internacional ha vuelto a dar frutos, en medio de la peor crisis económica y sanitaria que hayamos enfrentado a nivel mundial, los funcionarios y la política pública del gobierno de México son reconocidos con nombramientos como el de Hugo López-Gatell en el equipo internacional de la Organización Mundial de la Salud para enfrentar el coronavirus y el más reciente de Arturo Herrera, como presidente de la Junta de Gobernadores del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Ya antes el propio FMI ha reconocido mediante informes técnicos sus errores; en el diagnóstico económico con la crisis argentina a principios del siglo XXI o la política de austeridad impuesta en Grecia en 2010, empero, esta vez se trata de un reconocimiento tácito a la buena actuación del equipo económico de trabajo de Andrés Manuel López Obrador frente al impacto económico de la pandemia.

Contrario al pensamiento y acción neoliberal que se subordinó ante la injerencia de intereses extranjeros en México y llegó al extremo de privatizar la riqueza energética nacional, la Cuarta Transformación demuestra al mundo que se está construyendo una nueva política económica, que cuenta con el respaldo de una sociedad cada vez más informada y libre.

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