Estrategia Nacional Digital: ¿nos incluye a todos?

Opinión del experto nacional
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Por Laura Coronado*

 

Recientemente, el gobierno federal publicó las directrices que se seguirán para el acceso a la tecnología y su implementación en la administración pública. Más allá de ser unos lineamientos, muestran la visión del Estado de una de las áreas más importantes para los próximos años y debemos preguntarnos si realmente reflejan las necesidades e inquietudes que tenemos todos como ciudadanos.

La estrategia había sido sumamente esperada. Con algunos destellos como la conversación con Mark Zuckerberg y el compromiso de garantizar “internet para todos” en el primer informe había cierto optimismo por una verdadera igualdad tecnológica, ya que la brecha digital en nuestro país sigue siendo sumamente importante. Aun con el crecimiento que implicó la pandemia, 78% de la población urbana es usuaria de internet y sólo 50% de las comunidades rurales cuentan con acceso al ciberespacio.

No obstante, en México aún no nos percatamos de la trascendencia de la digitalización. Se le etiqueta como un tema de ricos, algo frívolo o innecesario frente a otros “grandes problemas”. Por ello, tristemente, dejamos pasar oportunidades: ¿no hubiera sido mejor invertir los 450 millones de pesos de Aprende en Casa en dotar de herramientas tecnológicas a maestros o buscar esquemas para que los alumnos tuvieran tarifas preferenciales o acceso gratuito a las redes? ¿No era posible coordinarse con actores globales como Google, Khan Academy, Facebook o YouTube? La educación hubiera sido más efectiva, bidireccional, fácil, eficaz y rápida.

El problema es que deseamos solucionar problemas del presente con respuestas del pasado. Como diría Winston Churchill, exprimer ministro inglés y premio Nobel de Literatura, “por muy hermosa que sea la estrategia, de vez en cuando debes mirar los resultados” y, más allá de la retórica, tenemos que preguntarnos si es una respuesta que garantizará mayores herramientas digitales, mejores oportunidades y las competencias necesarias para todos nosotros.

La estrategia establece principios como la “soberanía” e “independencia tecnológica” que se definen como “la atribución única de la nación para tomar decisiones sin interferencias externas sobre qué políticas se deben seguir” y “la no sujeción a compromisos y condiciones impuestas de forma arbitraria por los proveedores o fabricantes de tecnologías para evitar monopolios y dependencias determinadas”.

¿Efectivamente es cómo nosotros percibimos al mercado digital? ¿Estas directrices nos ayudarán a impulsar una economía incluyente? ¿La brecha beneficia a los proveedores o fabricantes? ¿Necesitamos una mayor intervención del Estado?

Dentro de los objetivos específicos se indica “mejorar la calidad de los programas sociales mediante soluciones tecnológicas” e “impulsar el uso de infraestructura de TIC para proporcionar servicios gubernamentales en las zonas olvidadas”. ¿Ello podría hacerse sin la colaboración de plataformas, usuarios y gobierno?

William Hague señala que “sólo hay una estrategia de crecimiento: el trabajo duro”. En un mundo cada más interconectado y a la vez polarizado y dividido, la meta debe ser una mayor igualdad digital. Ello sólo podrá hacerse de la mano de todos los actores involucrados.

 

*Investigadora de la Facultad de Estudios Globales
de la Universidad Anáhuac México Norte.

 

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