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Esquemas tarifarios para una gestión del agua sostenible

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Ramón Aguirre Díaz 

La Asociación Nacional de Empresas de Agua y Saneamiento (ANEAS), que aglutina a 400 organismos operadores de agua, que atienden aproximadamente al 80% de los mexicanos, acaba de celebrar su XXXIII Convención Anual, en la hermosa ciudad de San Luis Potosí, en la cual nos reunimos la gran mayoría de los profesionales que gestionan los servicios de agua del país.

Un evento que tuvo una asistencia de 5,950 personas, ocho países representados, 4,442 horas de capacitación y 18 exposiciones entre conferencias magistrales, paneles de discusión y pláticas técnicas, donde, además, se presentaron los últimos avances tecnológicos en 245 stands por parte de empresas proveedoras del sector.

Me invitaron a exponer en una de las conferencias magistrales el tema Esquemas tarifarios para una gestión sostenible, lo que me motivó a reflexionar en profundidad sobre el reto de contar con tarifas lo suficientemente bajas para que estén al alcance de todos los bolsillos, lo suficientemente altas como para inhibir el desperdicio y mal uso del agua, así como la autosuficiencia financiera de los organismos.

Uno de los principales aspectos que planteé es que no todos los derechos humanos son gratuitos y que en el caso del agua es aceptado internacionalmente que no lo es, aunque debe tener un precio asequible. ¿Por qué es importante esto?
Si el agua no tuviese un costo, con toda seguridad el consumo en una ciudad se elevaría más de un 50%, además, se debe tomar en cuenta que, aunque el agua en sí sea gratuita, el proporcionar el servicio no lo es.

La determinación de hasta cuánto podría considerarse un precio asequible, al alcance de toda la población, es un tema de discusión, de criterios. La respuesta es sencilla, conforme a los criterios internacionalmente aceptados, el pago de un día de salario al mes (3.3% de los ingresos) por un buen servicio y bajo un consumo responsable, es adecuado para que sea cubierto aun por las familias más pobres.

El siguiente aspecto por definir es la determinación de cuánta agua se considera adecuada bajo el criterio de su uso eficiente. Por supuesto, que esto depende del clima, donde en zonas muy frías, seguramente, con 50 litros al día por persona serían suficientes, mientras que en zonas cálidas, 100 litros podrían ser los necesarios.

En la conferencia presenté una tabla donde se exponen los consumos razonables para los diferentes usos que se pueden tener en el hogar, desde el lavado de dientes, el baño, uso de inodoro, preparación de alimentos, lavado de ropa, etcétera, donde se demostró que con un uso eficiente, 90 litros pueden ser más que suficiente, mientras que con un uso negligente, el consumo se puede incrementar en un 500 por ciento.

Con base en lo anterior se puede plantear una premisa básica para contar con tarifas que permitan una gestión sostenible:
el servicio del agua se debe cobrar a un precio justo, debe ser medido en cada domicilio y ayudar a controlar el consumo con tarifas crecientes que inhiban el desperdicio.

Para controlar el consumo de agua en una ciudad, el elemento fundamental es cobrar con base en servicio medido, las campañas de comunicación son importantes para acompañar un sistema de cobro eficiente, pero no serán suficientes para evitar que la mayoría de la gente desperdicie el agua.

Se puede demostrar con el ejemplo de muchas ciudades en el mundo, que el bolsillo es la mejor campaña de comunicación social para el cuidado del agua.

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