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¿Aprender historia por Discovery Channel, Netflix o Amazon?

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

 

Por Lucía Meza Guzmán

Nuevamente está sobre la mesa aquella reforma educativa de 2005 con la que desapareció la historia de la enseñanza secundaria. Tal “decisión exterminadora” era contra la historia de la nación y el mundo hasta el siglo XV, “con excepciones —obviamente— de la transición democrática en México en el año 2000”. Tenía que ver también con el “desvanecimiento” de la enseñanza del civismo, la ética, dos años de geografía y que las “prioridades” serían la lengua (sin literatura), matemáticas, ciencia y tecnología.

Pero, ¿por qué se dio esto? A decir del entonces subsecretario de Educación Básica, Lorenzo Gómez Morin, en entrevista con Claudia Hernández Beltrán, en La Jornada, en junio de 2004, explicaba que “la reforma articulará la secundaria con la primaria, actualmente aisladas. La SEP no le ve el caso a repetir los temas abordados en la primaria, por eso recorta materias en secundaria, y acrecienta su confianza en la memoria de los niños que, por lo visto, asimilan de modo perfecto las materias de una vez y para siempre”.

Gómez-Morin, quien es nieto del fundador del PAN, Manuel Gómez Morin, uno de Los siete sabios, cuyo anhelo era propagar la cultura entre los estudiantes de nuestro país, contradijo el propósito de su abuelo para quedar bien con su jefe Vicente Fox, entonces Presidente de la República. El panista en aquel tiempo minimizaba las quejas. Consideraba que no era necesario repasar en la secundaria el estudio del México prehispánico porque ya se ha visto en la primaria.

La enseñanza cívica y ética a nivel formativo había sido eliminada antes. Desde principios de la administración de Miguel de la Madrid se “abandonó la visión humanista de la educación pública por políticas de enseñanza pragmáticas, utilitarias y acordes con los intereses y la lógica del proyecto neoliberal”.

Este proyecto neoliberal requería una sociedad automatizada, y que la educación pública fuera sólo formadora de mano de obra calificada para empresas, por supuesto, no pensante. Otro propósito era imbuir en los mexicanos a través de planes de estudio, el “ideario del partido en el poder, conservador en lo social, neoliberal en lo económico y alejado de la democracia en lo político”, razón por la que se determinó erradicar la formación cívica y ética, incluso moral.

Ya en 1997, Eric Suzán Reed, en un trabajo publicado en la Revista Latinoamericana de Estudios Educativos: Ciudadanos ausentes; la educación cívica como prioridad nacional, señalaba que “resulta necesario que el sistema educativo mexicano otorgue una decidida atención a la promoción cívica, de manera que incentive la incorporación en el futuro de un mayor número de mexicanos a cuestiones tales como la socialización política de la población (…) para generar un cambio en la cultura política prevaleciente”.

Frente a la poca o nula importancia que un sector de la población le da a la necesidad de formar nuestros valores cívicos e históricos, es fundamental que se refuerce su enseñanza en la escuela, así como también en los hogares. Desde luego que los llamados “puentes cívicos” son importantes para el crecimiento de la economía de diversos centros vacacionales, sean de esparcimiento o de conocimiento. Por esto, habremos de esperar en qué sentido llegará al Congreso la iniciativa del presidente López Obrador para regresar los días festivos a fechas históricas conmemorativas.

Desde luego que no podemos estar esperanzados a aprender historia o civismo a través del cine al estilo americano por Discovery Channel, Netflix o Amazon.

 

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