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Los placeres cotidianos

Miguel Dová

Miguel Dová

¡LA BELLEZA DE ESCRIBIR!

Ayer, se me revolucionó la cabeza a las cuatro de la madrugada, con un insomnio intermitente y asqueroso, algo me inquietaba ferozmente y me desperté ansioso, sudoroso y temblando. Entonces me di cuenta: en el primer capítulo de mi novela había nombrado Pedro de Castro a un personaje secundario y en el sexto, al volver a referirme a él, no sólo le cambié el nombre a Luis, si no que le modifiqué la edad. Encendí la computadora, corregí el error, revisé lo escrito, encontré otros tres o cuatro desatinos, me serví un Nespresso, me puse unos pants y, me seguí escribiendo. Para las siete que sonó el despertador, ya llevaba este náufrago de las granolas con yogur tres horas en friega. Pero feliz. Escribir da mucha lata, pero me llena el pecho, me hace la vida.

Admiro a tanta gente, leo a tantos gigantes, que cuando soy yo el de la pluma, me entra una humildad obligada, una pequeñez en el alma, que me avergüenza, y luego está el otro Miguel, el vanidoso, el más mamila, y ese se anima y, sigue escribiendo. Tengo cuatro o cinco cercanos sparrings de escritura, la primera es la Unagi, que es una crítica dura, implacable, pero lo hace con tal ternura, que hasta cuando me destroza un texto siento caricias en el cerebro. Hoy en clase, mis compañeros y yo pusimos sobre la mesa frases de escritores consolidados que pudieran servir de acicate para los que estamos en proceso de incubación; encontramos cosas divinas, les comparto algunas. Son verdaderas joyas en negro sobre blanco: “Escribir es la manera más profunda de leer la vida”. Francisco Umbral. Este señor perdió un hijo de cinco años por una leucemia, me une a él la desgracia, la solidaridad en la pérdida, pero su libro Mortal y Rosa es la elegía más profunda que he leído, donde con una maestría única, Umbral se niega completamente de caer en lo kitsch. Para mí, lo mejor que ha escrito.

“Detesto la vulgaridad del realismo en la literatura. Al que es capaz de llamarle pala a una pala, deberían obligarle a usar una. Es lo único para lo que sirve”, Oscar Wilde. Esto rebasa la belleza y lo sublime, si eres literato y tienes que llamar pala a una pala, mejor ponte a cavar. “La literatura es siempre una expedición a la verdad”, Franz Kafka. Tres veces me he leído El Proceso y aún hoy me maravilla la complejidad de lo absurdo, la genialidad de Kafka en sus mundos extraños. “La literatura está llena de cosas inútiles absolutamente necesarias”, Rosa Montero. Esas cosas inútiles son las que te hacen feliz, son las que te hacen pensar, las que te hacen vivir. Bendita literatura. “Lenguaje e invención son enemigos fraternales y de esa lucha nace la literatura”, Julio Cortázar. Esa lucha es divina, esa pelea interna entre lo que tienes que decir, lo que quieres decir y cómo vas a decirlo. Es un placer sólo comparable a los besos de una novia enamorada. “La literatura no es otra cosa que un sueño dirigido”, Jorge Luis Borges. “La literatura nos permite comprender la vida, nos habla de lo que puede ser, pero también de lo que pudo haber sido… No hay nada más subversivo que la literatura”, Borges. Todo lo que diga sobre Borges está fuera de lugar, don Jorge Luis, simplemente no tiene lugar entre los humanos.

“Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado en la vida”, Mario Vargas Llosa. Más terrenal, sí, pero quien no haya leído Conversaciones en la Catedral o la Fiesta del chivo, está en deuda consigo mismo. “Cuando oigo que un hombre tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él”, Nicolás de Avellaneda. Confieso que no conocía a este señor, pero su frase es tan mía, coincide tanto conmigo, yo la llevo también al terreno de los perros: a una persona que no le gustan los perros, yo, de entrada, ya le confío poco. Y si alguien no les gusta a mis perros, a mí ya tampoco me gusta. Leamos, conversemos de libros, compremos libros, respiremos libros. Es una adicción saludable. Por cierto, una recomendación, Los errantes, de la premio Nobel, Olga Tokarczuk

Feliz domingo.

 

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