Trump, hasta 2025

Max Cortázar
Suscríbete a nuestro boletín

Recibe las últimas noticias y mantente siempre informado

Correo electrónico
Enviar

La política estadunidense no pinta del todo bien. Los distintos sondeos de opinión preservan el reflejo de una sociedad norteamericana polarizada, y nadie mejor que el mandatario Donald Trump en explotar las distintas líneas de conflicto social para afianzar la competitividad de sus aspiraciones de cara a la reelección presidencial en 2020. Es cierto, los dividendos son cada vez menos contundentes en comparación con los registrados en la última contienda que marcó el final de la administración Obama. Sin embargo, los beneficios políticos son los suficientes como para debilitar la certeza de que la conciliación, la tolerancia y la inclusión, entre otros valores democráticos, resultan ingredientes efectivos para conseguir un cambio de criterios en la Casa Blanca, provenga este de las filas republicanas o demócratas.

El presidente Trump ha logrado mantenerse a la ofensiva por tres razones principales: el discurso de la polarización, que tiene a él como principal vocero; los avances en materia económica alcanzados por su gobierno, así como la pulverización del liderazgo en el Partido Demócrata. En cuanto al primero, la polarización, resulta por demás interesante cómo el mandatario consigue hacer de los temas adversos, cuando no de verdaderos escándalos, parte integrante del conflicto social con lo cual se diluyen sus costos políticos personales. En este rubro, los resultados de la última encuesta levantada por Washington Post-ABC News son muy ilustrativos.

Por ejemplo, el sondeo muestra que para el 46% de los entrevistados, los hallazgos de la investigación desarrollada por el fiscal especial Robert Mueller no son un factor que considerarán en su valoración de voto a favor o en contra de Trump. Como se recordará, la investigación era uno de los principales dardos envenenados del Partido Demócrata, pues los trabajos estaban orientados a clarificar la interferencia rusa en las últimas elecciones presidenciales, conocer el alcance de la colusión entre la casa de campaña y Moscú, así como saber si el propio mandatario norteamericano llegó a obstruir la justicia. Si se considera, además, que dos terceras partes de los norteamericanos, según la misma encuesta, rechazan que las conclusiones puedan dar lugar a un juicio político para separar de su cargo al Presidente, todo indica a que los demócratas perdieron tiempo en construir mediáticamente un caso que difícilmente los llevará a un escenario ventajoso.

En materia económica, el mandatario estadunidense ha conseguido espantar hasta ahora los fantasmas de la recesión. Clama la creación de más de cinco millones de empleos, aumentos significativos de salarios y un crecimiento al doble del ritmo del momento en que tomó posesión. De acuerdo con el Departamento de Comercio, la economía se expandió 3.2 por ciento en el primer trimestre de 2019. Conforme pasa el tiempo, el presidente Trump está en mayor posibilidad de fortalecer la evidencia que estos alcances son obra de las decisiones tomadas bajo su mandato, y no resultado inercial de lo asumido por la administración anterior. Al ser el electorado de Estados Unidos, uno para el cual las variables económicas tienen relevancia en la definición de su voto, entonces la reelección de Donald Trump encontrará vientos favorables.

Finalmente, la pulverización del liderazgo demócrata. Poco aprendieron de la derrota en 2016, proceso en el que estiraron la polarización y contienda interna más allá de lo necesario, fortaleciendo las ventajas competitivas del candidato republicano. Hoy existen 23 precandidatos demócratas y dos más valoran las oportunidades de sumarse a la competencia. De acuerdo con sondeos, el más aventajado es el exvicepresidente Joe Biden, aunque sus oportunidades reales dependerán de que el fuego amigo no termine en el tiempo por consumir sus ventajas, frente a un posicionado presidente de Estados Unidos que va en carrera sólida por la reelección.

De Donald Trump sólo podemos esperar una política pública cada vez más dura. Como botón de muestra está la transición de la Suprema Corte hacia una instancia revisora cada vez más conservadora por el perfil de los jueces que, a propuesta del mismo presidente estadunidense y ratificados en el Congreso, la han integrado en últimos años. No menos podemos esperar de la política migratoria, a partir de la cual se avecinarán tiempos complejos en la relación México-Estados Unidos, conforme se acerca la contienda electoral.

Comparte en