Solos frente a la pandemia, negligencia e irresponsabilidad de un hombre

Max Cortázar
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El avance inclemente de la pandemia en el país ha puesto las cosas en claro: los ciudadanos nos encontramos solos en el manejo de la emergencia sanitaria. Reducir al máximo los graves costos en salud y economía que aún proyectan diversos estudios públicos dependerá, en gran medida, de nuestra capacidad para mantener en lo familiar la disciplina sobre las medidas de prevención, en tanto finalmente se pueda acceder a una vacuna que tardará todavía varios meses por aplicarse de manera masiva en territorio nacional.

Estamos solos porque no hay referencia científica en la conversación colectiva del manejo de la pandemia. De la bata blanca de epidemiólogo del subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, ya sólo queda un megáfono para la propaganda política. Un perfil profesional apegado a la ciencia dialoga, no denuesta. Un científico tiene valor en la medida en la que es consistente con la evidencia y la pertinencia de su método, no por cuántos enfrentamientos mediáticos con autoridades y empresarios consigue en una semana.

Ningún médico sonríe en el contexto de la pérdida de la vida de una persona, mucho menos frente a las que se contabilizan en miles en una materia bajo su responsabilidad. ¿Por qué tanta ironía del señor López-Gatell.

Los ciudadanos estamos solos porque su falta de responsabilidad y pericia tiene desbordada la catástrofe en el país con el registro de más de 71 mil fallecidos. 11 mil más, y contando, de lo que él mismo definió como el peor escenario posible, después de su ridículo de aventurar estadísticas máximas de mortalidad que partieron de los seis mil y luego pronosticaban un máximo de 35 mil a octubre de este año.  Todo ello sin que contemos con una ruta crítica para revertir la tasa de contagio.

Esta contabilidad amenaza con acelerarse si consideramos que, de acuerdo con notas recientes, urbes como la Ciudad de México registran la recuperación del 80 por ciento de su movilidad habitual de personas, sin que el número de hospitalizaciones marque tendencia sostenida a la baja.

Al igual que otros centros poblacionales donde, a pesar de estar en semáforo naranja, la ausencia de información consistente se traduce en aglomeraciones o el relajamiento de las medidas de prevención en diversos espacios.

Los ciudadanos estamos solos porque, en entrevista publicada ayer en un medio de comunicación, el subsecretario López-Gatell reconoce que optó por incentivar a que los enfermos progresaran a la gravedad en sus casas, para evitar la saturación de los hospitales. Muchos de ellos perdieron la vida cuando una consulta temprana con un médico pudo haber hecho la diferencia.

Ahora entendemos por qué el subsecretario se vanagloriaba de que en México no hubiera escenas como las de Italia, así como sus cuentas alegres de la capacidad hospitalaria disponible. Por estrategia de la Secretaría de Salud, la tragedia quedó confinada en los domicilios particulares.

Los ciudadanos estamos solos porque no hay discusión pública sobre las alternativas para salir de la emergencia sanitaria.

Al margen de sus trayectorias políticas, la propuesta planteada por seis exsecretarios de Salud —todos ellos con destacada labor en el sector y la academia, e incluso perfiles que alcanzaron a rectificar, como José Córdova Villalobos, quien primero aplaudió sin cortapisas a López-Gatell y luego criticó la pobreza de sus resultados— merecía una conversación a fondo de su contenido, así como un recuento de los elementos de validez que da sustento a la estrategia del gobierno federal. No para agradar a un conjunto de exfuncionarios, sino para sensibilizar y motivar certezas en las conductas de los ciudadanos.

Difícilmente, la negligencia del subsecretario Hugo López-Gatell tendrá consecuencias jurídicas. Sin embargo, desempeños públicos tan cuestionables deben ser sujetos a la rendición de cuentas ciudadana e inhabilitarlos para futuras posiciones.

Los ciudadanos estamos solos en la pandemia, sin la aplicación de pruebas suficientes, con semáforos epidemiológicos cuestionados y sin apoyos económicos para mitigar los riesgos. Hoy, más que nunca, mantengamos la atención en las medidas de prevención. Nuestra vida depende de ello.

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