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López-Gatell, resulta inconcebible

Max Cortázar

Max Cortázar

En el marco del nombramiento del subsecretario Hugo López-Gatell como estratega epidemiológico y vocero del gobierno federal para contener la propagación del coronavirus SARS-CoV-2, la sociedad mexicana le concedió el beneficio de la duda sobre su capacidad profesional, después de que aparecieron una serie de notas y referencias en redes sociales que recordaban su falta de eficiencia en la atención a la influenza H1N1. Tiempo en el que era uno de los principales responsables del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica, el cual mostró serias limitaciones e incapacidad de revertir sus debilidades al ritmo que la emergencia sanitaria de 2009 lo exigía, por lo cual sus tareas debieron ser asumidas por la Oficina de la Presidencia y la Secretaría de Desarrollo Social.

Once años después del H1N1, y ya con 31 mil fallecidos por covid-19 reconocidos por la Secretaría de Salud —que tienen a México en el quinto lugar mundial con más muertes—, las contradicciones del subsecretario López-Gatell no sólo apuntan a confirmar abiertamente los cuestionamientos a la calidad de su desempeño profesional, sino que amenazan con asestar un golpe a la reputación del gobierno federal por la creciente percepción social del mal manejo que ha dado a la pandemia. Peor aún, el tránsito del perfil técnico requerido en la estrategia y la comunicación de la pandemia al perfil político cada vez más acentuado en la vocería, arriesga la vida de más miles de mexicanos.

El problema, desde el punto de vista de la comunicación, es que la estrategia de salud parece estar cada vez más sustentada en la ocurrencia y la retórica que en la evidencia científica. Resulta inconcebible que el subsecretario López-Gatell haya asegurado, el 29 de febrero, que “el coronavirus no cumple con características para considerar una emergencia sanitaria”, cuando el mundo ya reportaba más de tres mil muertos en una curva ascendente y ramificaciones de contagio en varios países. Especialmente, si se considera que su profesión principal es la epidemiología.

Resulta inconcebible que el funcionario emita declaraciones como si la sociedad careciera de información pública para comprobar la fragilidad en su veracidad. Ante los miles de fallecimientos, busca evadir su responsabilidad al subrayar la existencia de altos índices de obesidad, sobrepeso y diabetes que, según él, explican la alta tasa de mortalidad. Sin embargo, Sebastián Garrido, especialista en datos, desmonta de manera fina la justificación oficial con el análisis de registros internacionales, los cuales comprueban la inexistencia de una relación clara entre esas variables y el número de muertos.

Resulta inconcebible que el subsecretario López-Gatell haya desincentivado el uso de las mascarillas por varias semanas como instrumento útil para prevenir el contagio, incurriendo en contradicción con lo sostenido por especialistas internacionales desde tempranas etapas de la pandemia. Más aun cuando la Universidad de Washington afirma que se podrían prevenir hasta 30 mil muertes en Estados Unidos si la totalidad de sus ciudadanos usaran cubrebocas en espacios públicos.

Resulta inconcebible que el vocero federal desconozca la Administración Pública Federal, misma que le impone un sistema de rendición de cuentas a la información que ofrece. Por ejemplo, de acuerdo con notas periodísticas, el Registro Nacional de Población de la Secretaría de Gobernación contabiliza 18 mil muertes adicionales a las cifras dadas a conocer por el subsecretario López-Gatell. Sin olvidar los deslindes sutiles, pero firmes, que en distintas ocasiones ha realizado la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, quien se negó a transitar a semáforo en verde, a pesar de estar marcado en un documento distribuido por el vocero, como informó en su noticiario Ciro Gómez Leyva.

De hecho, el funcionario federal dio por terminada la Jornada Nacional de Sana Distancia hace más de un mes, cuando la propagación del virus no ha encontrado siquiera el pico de la curva.

Por todo ello, resulta inconcebible que Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, ni la prevenga ni la promueva. La vida de los mexicanos no debe seguir a merced de su improvisación profesional.

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