El Estado de bienestar y la economía del cuidado

Mario Luis Fuentes
Suscríbete a nuestro boletín

Recibe las últimas noticias y mantente siempre informado

Correo electrónico
Enviar

Antes de que iniciara la pandemia de covid-19 el mundo era un escenario de injusticia y desigualdades entre hombres y mujeres, en lo que se refiere a la distribución desigual de las cargas de trabajo, tanto remunerado como, sobre todo, del trabajo de cuidados no remunerado.

El confinamiento obligado por la pandemia amplió estas desigualdades, pero, además, al menos en el caso mexicano, en contextos de creciente violencia física, sicológica y sexual, tanto en los hogares como en las calles, donde, además, se incrementó la violencia homicida y feminicida en contra de las mujeres en los últimos dos años.

En este escenario, es importante subrayar y marcar el sentido de urgencia de entender en México que el Estado de bienestar que estamos obligados a construir no puede concebirse sin perspectiva de género; es decir, un orden constitucional e institucional en el que la no discriminación y la igualdad entre mujeres y hombres sean dos de sus pilares centrales, a fin de garantizar que todas y todos tenemos las mismas oportunidades para la realización de nuestros proyectos de vida.

Lo anterior es de suma relevancia atendiendo, por ejemplo, a los datos que da la Organización Internacional de Trabajo (OIT), en lo relativo al número de minutos diarios que dedican las mujeres y los hombres al trabajo de cuidados no remunerado. Es altamente significativo que la media mundial para las mujeres es sumamente similar.

Así, en el mundo, las mujeres dedican 265 minutos al día a este tipo de trabajo, es decir, 4.4 horas. En África, el promedio es de 263 minutos; en América, 268 minutos; en los Estados árabes, 329 minutos; en Asia y el Pacífico, 262 minutos, y en Europa y Asia central, 272 minutos.

Estos datos contrastan con los minutos que dedican al día al trabajo remunerado: 183 minutos como promedio mundial (3.05 horas); en África, el promedio es de 154 minutos; en América, 175; en los Estados árabes, 36; en Asia y el Pacífico, 201, y en Europa y Asia central, 126 minutos por día.

Es interesante observar que, en contraste, los hombres dedican mucho menor tiempo al trabajo no remunerado y más al trabajo remunerado en el mercado. Así, a nivel mundial, el promedio es de 83 minutos por día al trabajo de cuidados no remunerado; en África, 78 minutos al día; en América, 155 minutos; en los Estados árabes, 70 minutos; en Asia y el Pacífico, 64 minutos; mientras que en Europa y Asia central es de 132 minutos por día. Destaca que América sea donde se registra el mayor tiempo de trabajo de cuidados no remunerado entre los hombres.

Para México, estos datos muestran la urgencia de reconstruir el curso de desarrollo, pero siguiendo nuevos criterios de igualdad, no sólo en el ámbito de lo salarial, sino de las prestaciones económicas y sociales a que se tiene acceso; pero sobre y, ante todo, a la estructura de inclusión en un mercado laboral justo, en condiciones de igualdad entre mujeres y hombres.

Lograrlo tiene implicaciones que van más allá del mercado laboral, implica mayor justicia e igualdad educativa, en el acceso a la salud, en la garantía plena de los derechos sexuales y reproductivos, en la reducción de las asimetrías en el acceso a los cargos públicos, y de una nueva cultura de intolerancia generalizada ante los estereotipos de género y prácticas de discriminación; todo ello en un nuevo marco de un sistema fiscal progresivo y un sistema hacendario que redistribuya mejor en todo el territorio nacional.

Se trata de una tarea titánica y, por ello, debemos asumir que no hay más tiempo que perder. Necesitamos, como nación, dialogar más, mucho más, en una siempre renovada democracia incluyente, dialogante y sustentada en el reconocimiento de la enorme diversidad y pluralidad que nos caracteriza en tanto la nación pluriétnica y pluricultural que somos.

Comparte en