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Otoño en Washington, DC

Manuel Gómez Granados

Manuel Gómez Granados

Los demócratas sólo necesitaban ganar 23 escaños más en la Cámara de Representantes para controlarla. Según los resultados, ya han ganado 38 escaños respecto de los que tenían antes de la elección y podrían ganar más dado el número de elecciones que se fueron a recuentos. En el Senado, aunque los republicanos mantienen una tenue mayoría, ya es un hecho que perdieron uno de los dos escaños de Arizona y es posible que pierdan también uno en Florida, donde hay recuentos en curso en las elecciones de senador y de gobernador.

El triunfo de los demócratas es más relevante porque ocurrió luego de que se redefinieron las fronteras de la inmensa mayoría de los 435 distritos en que está dividido EU. Esa redefinición fue un proceso controlado por el Partido Republicano, que buscaba mantener el control de la Cámara de Representantes.

No lo lograron, porque el enojo acumulado con los excesos verbales, las mentiras y el resto de las tonterías con las que Trump ha tratado de “gobernar” EU lo hicieron imposible. El caso de la elección de senador en Arizona es representativo de lo ocurrido. La ganadora, la exrepresentante Krysten Sinema, hizo toda su campaña en oposición al discurso racista, anti-inmigrante, de Trump y el partido Republicano. Además, Sinema se reconoce como bisexual, lo que desató la condena de la derecha evangélica y conservadora. A pesar de todos esos “negativos”, Sinema ganó. Sin olvidar que Trump fue a Arizona e hizo campaña a favor de Martha McSally, la candidata derrotada.

Es una historia que, con variaciones, se repite, pero que es importante tener en cuenta que no sólo afectó al Partido Republicano. El liderazgo del Partido Demócrata también debe de tomar nota de lo ocurrido, pues, así como Sinema derrotó a los republicanos en Arizona, en Nueva York, por ejemplo, la joven Alexandria Ocasio-Cortez, hija de italianos y puertorriqueños, derrotó ya desde las primarias a uno de los demócratas que formaba parte del compacto que acompañó, desde los noventa, a la familia Clinton, tanto durante la Presidencia de Bill, como durante la campaña presidencial de Hillary. Ocasio-Cortez, ahora representante por el distrito 14 de Nueva York en el Bronx, se reconoce como Bernie Sanders, el senador por Vermont, como socialista. Aboga —entre otras cosas— por la abolición del ICE, la agencia que controla a la Patrulla Fronteriza de EU, por un modelo de seguridad social similar al que existe en Canadá, por las energías verdes en vez del carbón y el petróleo, y por hacer gratuita la educación superior.

Junto con la joven Ocasio-Cortez, habría por lo menos otras tres mujeres electas representantes en este otoño de 2018 con perfiles similares: Ilhan Omar, quien llegó a EU como refugiada y ganó el quinto distrito de Minnesota; Ayanna Pressley, originaria de Chicago, quien ganó el séptimo distrito de Massachusetts, en Boston; así como Rashida Tlaib, hija de refugiados palestinos, musulmán, quien ganó el distrito 13 de Michigan, en Detroit.

Se trata, pues, de un cambio profundo en la política de EU que, por una parte, implica la derrota de Trump, pero que también implica la derrota de formas de hacer política en el Partido Demócrata que, no en balde, han puesto en duda la capacidad de Nancy Pelosi, la representante de San Francisco, California, para convertirse, de nuevo, en la presidenta de la Cámara de Representantes, cargo que ya ocupó durante la presidencia de Barack Obama.

Los analistas que en las horas inmediatas posteriores a la jornada del 6 de noviembre hablaban de un fracaso de los demócratas, ahora tienen que reconocer que fue un éxito, que refleja cambios muy profundos en lo que los estadunidenses esperan de la política, cuyos efectos irán más lejos de la elección presidencial de 2020.

Los cambios más importantes tienen que ver con los asuntos sobre los que el Congreso legislará, pues Trump ya no controlará la agenda, además de la mayor vigilancia sobre Trump mismo. Hay que recordar que, a diferencia del congreso mexicano, el de EU tiene el llamado power of subpoena es decir, la capacidad para obligar a los funcionarios del Ejecutivo, incluido el Presidente, a rendir cuentas de sus actos, a riesgo de que incurran en desacato. Será, pues, un otoño miserable para Trump y sus aliados.

Analista

manuelggranados@gmail.com

 

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