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Drenaje y consumo de drogas

Manuel Gómez Granados

Manuel Gómez Granados

En los últimos años, a escala global se ha publicado una serie de estudios que se valen de muestras de las plantas de tratamiento de aguas de distintas ciudades para medir, de manera más precisa, los alcances y efectos del consumo de drogas.

Aunque México llegó tarde a esta tendencia, en agosto de este año, la revista científica Salud Pública de México, publicó un primer estudio que analizó la presencia de los metabolitos (sustancias eliminadas por medio de la orina) que resultan del consumo de las drogas.

El estudio, que se puede consultar en http://bit.ly/metabolitosdrogamexico, no es representativo de lo que ocurre en todo el país, pues sólo incluye muestras para 13 ciudades que, según los autores, fueron “seleccionadas a conveniencia, considerando el tamaño poblacional, niveles conocidos de consumo de drogas y niveles de violencia (homicidios y secuestros). Las ciudades fueron Ciudad de México, Ecatepec, Ciudad Juárez, Chihuahua, Guadalajara, Cuernavaca, Culiacán, Torreón, Nuevo Laredo, Ciudad Obregón, Chilpancingo, Acapulco, Poza Rica, Veracruz, Tabasco, Tijuana, Mérida, Tapachula, Texcoco, Tlalnepantla.”

El estudio, como otros que se han publicado a escala global, ofrece una imagen nítida de qué tan intensivo es el uso de drogas y del tipo de drogas que se consumen. Dado que la muestra no fue probabilística, pues se seleccionaron ciudades en las que se sabe que hay altos índices de criminalidad asociados directa o indirectamente al consumo de drogas, es importante no asumir que los resultados del estudio nos dicen dónde se consumen más drogas en México.

El estudio sólo probó, para el caso mexicano, una técnica de análisis del consumo de drogas que se ha utilizado en otras partes del mundo y que ha permitido la publicación, en fechas recientes, de al menos dos estudios globales importantes.

Uno es el titulado Spatio-temporal assessment of illicit drug use at large scale: evidence from 7 years of international wastewater monitoring (Evaluación espacio-temporal del uso de drogas ilícitas en gran escala: evidencia de siete años de monitoreo de aguas residuales a escala internacional), publicado por la revista académica Study of Addiction en julio de este año. El segundo es “A more accurate understanding of drug use”: A critical analysis of wastewater analysis technology for drug policy, (“Una comprensión más precisa del uso de las drogas”: un estudio crítico de la tecnología de análisis de aguas residuales para la política de las drogas), publicado por la revista académica International Journal of Drug Policy, a finales del año pasado.

En ambos casos es posible observar que este tipo de análisis, sumados a otras herramientas, pueden ser útiles para orientar la política de combate a las drogas en una lógica que implique menos violencia, mayor información y prevención y, sobre todo, una mayor toma de conciencia acerca de los efectos negativos del uso de drogas que, como se puede analizar en el caso del tabaco y el alcohol, son más eficaces, menos costosos y, por supuesto, menos violentas que las estrategias policiaco-militares con las que siguen comprometidos un número importante de países.

Habrá que ver si la nueva política de combate a las drogas en México, anunciada en el transcurso de la semana que hoy concluye, en una de las conferencias de prensa mañaneras del presidente de la República, se orienta en una lógica de información y prevención o si, por la razón que sea, prevalece la lógica policiaco-militar que tan malos resultados ha dado.

Una de las ventajas que ofrecen este tipo de estudios de las aguas residuales de las ciudades es que aportan una medida más precisa del consumo de las drogas, de modo que es posible revaluar la política en materia de drogas.

Uno de los casos más conocidos es el de Australia, donde estos estudios demostraron que se subestimaba el consumo de metanfetamina.

En México bien podría servir para tener una medida más precisa, que no sobreestime el consumo de las drogas y sus efectos y reduzca las oportunidades para que políticos voraces quieran usar un problema de salud pública para lanzar cruzadas estériles.

 

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