De canallas, teatro y poder

Luz Emilia Aguilar Z Horizontes imaginarios
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El Fausto de Goethe y Ubú Rey de Jarry invitan en sus contrastes a necesarias reflexiones sobre el poder. En un acierto, el fin de semana pasado se presentaron en el Festival Internacional Cervantino una versión de la tragedia de Goethe dirigida por el esloveno Tomaz Pandur  y otra de Ubú Rey, en versión del inglés Declan Donnellan.

El Fausto es un compendio de la experiencia intelectual y espiritual de occidente. El personaje trágico se debate entre el suicidio y la vida, asolado por la voluntad de saber y la imposibilidad de penetrar los profundos misterios de la naturaleza. Fausto cede a la tentación del mal. A cambio se rejuvenece, se enamora de una menor de edad virgen, a quien los prejuicios sociales le arruinan la existencia; prueba las mieles y las amarguras del poder; accede a lo oculto y viaja en el tiempo.

El personaje atraviesa por sucesivos estados de conciencia, asume la responsabilidad de sus decisiones y luego de experimentar extremos de dolor y de éxtasis, es capaz de soñar con la utopía. En la versión de Pandur se ofrece una síntesis de la abundante riqueza de la obra de Goethe y se enfatiza la indisociable dependencia entre el bien y el mal. La oscuridad —se subraya— entraña la semilla de la luz.

Ubú Rey es la representación de los tiempos de canallas, del cinismo, la barbarie, la renuncia al saber y la memoria. Es la extrema y rapaz voluntad de despojar, abusar y matar. Escrita en la última década del siglo XIX, pareció columbrar los tiempos por venir de conflagraciones mundiales en extremo sangrientas, intervenciones de potencias imperiales en regiones que han quedado devastadas, en una escalada que ha sumado más de cien millones de personas asesinadas en disputas por el poder y el dinero.

La versión de Donnellan de la gran farsa de Jarry ofrece un hallazgo deslumbrante, por su desapercibida evidencia: ubica la trama en una casa impecablemente blanca, afectada de estéril pretensión, que expresa el lujo de una sociedad hipócrita, donde irrumpe la extrema brutalidad. Con rompimientos entre realismo y expresionismo, alterna una cena burguesa de forzada hospitalidad y la barbarie de Ubú, su traición, sed de riqueza y dominio, su grotesca ignorancia.

El hijo adolescente de la familia anfitriona ha de tragar el horror de un mundo descompuesto. El muchacho recorre con la lente de una cámara de video los cuartos ocultos detrás del muro de la sala, una sucesión de manchas de excremento, mocos, sudor. Hace palpable el fin de la intimidad.

Ambas puestas en escena cuentan con actores de primerísimo orden. En poéticas distintas, coinciden en una organización del espacio precisa en la búsqueda de significado. Pandur hace énfasis en la materialidad de la luz, en el tratamiento simbólico del lenguaje visual, con un escenario sobre agua y dos grandes y simétricos cuerpos escenográficos que juegan con cambiantes geometrías. Ambas puestas coinciden en la integración del video.

Hoy, en México, son tiempos de Ubú. Hay múltiples factores que van asfixiando la posibilidad de la utopía humanista. Estamos en un ejercicio canalla y cínico del capitalismo extremo. En este contexto donde el número de muertes violentas mantiene un continuo aumento y los ataques contra periodistas y la libertad de expresión son motivo de denuncia constante, una de las más grandes amenazas es la acelerada y poco difundida destrucción del equilibrio ambiental de nuestro territorio.

Hace dos años se decretó la recategorización del Nevado de Toluca en una medida que en lo esencial implica legalizar en ese sitio la presión inmobiliaria, la construcción de infraestructura privada y pública, extracción con fines comerciales de la flora y de la fauna y sentar un precedente para desmantelar por completo un modelo de protección ambiental comprometido con el futuro.

Por considerar que la decisión afecta los derechos esenciales de nuestra colectividad, con la generosa y muy capaz ayuda legal del abogado Fabián Aguinaco, interpuse un amparo contra el decreto presidencial que cambió el estatus del Parque Nacional por Área de Protección de Flora y Fauna. A principios de esta semana se dio noticia de que el amparo será sometido a discusión en la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación el próximo miércoles 28.

Coincidente con ese anuncio recibí el aviso antier, de que luego de una década de publicar sin interrupción esta columna, hoy es el último día que aparecerá en este diario. Ante este cese fulminante agradezco la gentileza de los editores con quienes tuve trato cotidiano y la gozosa oportunidad de retroalimentar con los lectores reflexiones sobre nuestro teatro y nuestra realidad. En el contexto de cierre de espacios críticos y de impunidad en que vivimos ¿Cómo interpretar esta forzada despedida?

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