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Equidad primero

Luis Wertman Zaslav

Luis Wertman Zaslav

De todos los comportamientos negativos que desarrollamos como sociedad, uno de los peores es la discriminación, porque se construye a través de prejuicios que se alimentan diariamente, provocando desconfianza entre nosotros mismos. 

 Discriminar es separar y necesariamente provocar división. Traza una frontera entre lo que pensamos de nosotros y del resto, por lo general, de manera incorrecta, porque asume que nuestras características sociales, incluso físicas, son mejores que otras y no analiza origen o circunstancias. 

En estos días se ha dado una polémica por la supuesta manera en que se distinguen a los clientes de una popular cadena de restaurantes, otros casos han sido denunciados públicamente a partir de éste, pero el fondo de este tema es la manera en que contribuimos como ciudadanos a fomentar la discriminación en los actos que llevamos a cabo a diario y que pueden parecernos normales. 

Uno de los aspectos más complejos de una sociedad es coincidir y unirnos para resolver los problemas que nos afectan en común. Siempre será más sencillo evidenciar lo que nos separa, que tratar de llegar a un acuerdo sobre lo que compartimos. La realidad es que las y los mexicanos tendemos a compartir lo que nos afecta, sin que importe mucho nuestro origen, nivel educativo o ingreso. Es decir, no estamos divididos como se nos hace creer, lo que significa que debemos enfocarnos en modificar situaciones y actitudes que nos puedan alejar. 

 Además, discriminar es malo en todos los sentidos posibles, incluso en lo económico, porque no permite que el mercado interno crezca. Así la idea de exclusividad sólo responde a ciertos nichos que pueden vivir con un segmento determinado de usuarios o clientes, pero que no pasarán de un límite porque su valor está determinado por las características aparentes de sus consumidores. Si estás se alteran, su mercado se reduce y el riesgo de desaparecer aumenta. 

¿No ayudaría que cada vez más personas estuvieran en una mejor posición para acceder a lo que ofrecen? 

Por eso una de las mejores maneras para combatir la discriminación es la posibilidad de que esas características no sean relevantes en la convivencia social, particularmente en espacios públicos en el que el acceso es libre y las distinciones son inútiles. 

 Existen varios ejemplos: los paseos ciclistas, los conciertos públicos, las exposiciones artísticas en espacios abiertos o las áreas deportivas comunitarias. Cuando contamos con lugares en donde cualquier persona puede estar, entonces es poco relevante de dónde vienes, cuál es tu capacidad de compra o a quién conoces. 

La equidad es eso, darle la oportunidad a quien sea de llevar a cabo una actividad en espacios que son de todos y en donde podemos encontrarnos como personas. Hay una idea equivocada de que lo que se puede considerar “bueno” o “bonito” no puede ser gratis y tiene que costar. Esa es la manera más sencilla de dividir a una sociedad y de destruir un tejido social que es urgente fortalecer en el país, si queremos alcanzar la paz y la tranquilidad que merecemos. 

Eso no implica que negocios y empresas elijan un tipo de usuario o de cliente, si esa es su intención; lo que no pueden hacer es segregar a una persona sólo por su aspecto físico, el color de su piel, su origen étnico o el tipo de ropa que viste. 

 Escandalizarnos por actos de discriminación que ocurren en otros países e ignorar los que nos corresponde arreglar en nuestra nación es actuar de manera parcial y contribuir a esa misma división de la que podríamos estarnos quejando porque manifestamos puntos de vista distinto. 

 Ninguna ciudad inteligente puede estar dividida por regiones reservadas a sólo unos cuantos y tampoco debe impedir la movilidad libre que nos permita entrar en contacto. Una sociedad inteligente se mantiene unida por los objetivos que tiene en conjunto, jamás separada por sus diferencias; el punto de encuentro son las calles, los parques, los foros públicos, las áreas comunes y los eventos masivos, seguros. 

 Muchas ciudades del país han replicado el exitoso modelo de la Ciudad de México y en cada ocasión ha funcionado. La equidad limita las diferencias y hace de la discriminación un comportamiento que ocasiona rechazo y no puede justificarse. 

Si, como ciudadanos, podemos evitar cualquier acto de discriminación y denunciar los que se cometan en nuestra presencia, entonces estamos generando confianza en la sociedad a la que pertenecemos y equilibramos la enorme desigualdad que se ha causado durante muchos años y que nos hace pensar que estamos en diferentes lugares, cuando debemos ser una sola ciudadanía en todo momento. 

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