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Si nos aclimatamos, nos hundimos

Lorena Rivera

Lorena Rivera

Más de 800 millones de personas viven en ciudades costeras que, debido a esa ubicación, están en riesgo o ya están siendo tragadas por el aumento de los niveles del mar; además, el 97% de la población que vive en los Estados insulares del Pacífico también es vulnerable debido a ese efecto del cambio climático.

No sólo eso, la llamada industria sin chimeneas, la del turismo, sobre todo en el segmento de sol y playa, como los destinos de la Riviera Maya y del Caribe, es amenazada por el impacto de la variabilidad del clima y esos lugares corren peligro de quedar bajo las aguas del océano.

Los ingresos turísticos de sol y playa para algunos países son el sostén principal de sus economías; para otras naciones, representan un porcentaje importante del PIB, como es el caso de México, y la pandemia de covid-19 es un buen termómetro para medir el escollo que ocasionó el año pasado al caer la derrama en destinos como Cancún.

La mitigación y la adaptación al cambio climático deben estar al centro de las decisiones políticas, porque los huracanes ocurren cada año y sus golpes van minando las riquezas. Las marejadas ciclónicas de los huracanes son cada vez más altas y erosionan las playas. México ya experimentó la furia del huracán Wilma, el cual arrasó con la playa y el costo fue enorme.

Desde siempre, los asentamientos humanos costeros, así como los de las islas, han estado expuestos a los fenómenos hidrometeorológicos, como huracanes y tifones, pero a medida que los cambios climáticos se exacerban, éstos se han vuelto más violentos y destructivos. Las poblaciones costeras, tarde que temprano, se verán obligadas a abandonar sus hogares y medios de vida.

Ya el informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), publicado en 2019, había advertido que, a nivel global, se prevé que los niveles del mar aumentarán 1.1 metros para 2100 en caso de que las naciones no limiten las emisiones de gases de efecto invernadero muy por debajo de los dos grados centígrados, es decir, que no rebase 1.5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, tal como lo establece en el Acuerdo de París.

La NASA ha venido documentando que el hielo en los hemisferios norte y sur se derrite a un ritmo acelerado, en especial el Ártico y Groenlandia, como consecuencia del calentamiento que experimenta esta zona del planeta.

Las observaciones tanto de la Agencia Europea de Medio Ambiente como de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos apuntan que, además del deshielo que incrementa el nivel del mar, también está alterando los patrones climáticos y oceánicos.

El Ártico está llegando al punto de no retorno y es un hecho que la humanidad debe enfrentar y, sobre todo, aclimatarse.

Mientras que el deshielo de la Antártida representa otro grave peligro, pues, al contener más de la mitad del agua dulce del planeta, elevaría peligrosamente el nivel del mar con afectaciones a gran escala.

En las últimas décadas, el derretimiento del hielo y de glaciares ha ocasionado que la tasa de aumento se acelere cada vez más, por lo cual se prevé que el nivel suba entre tres y cuatro milímetros por año.

Los científicos alertan que, sin medidas drásticas para limitar las emisiones de carbono y, hacia 2050 eliminarlas, el mundo y sus océanos seguirán calentándose, lo cual será devastador para muchos países, islas y ciudades costeras.

Pero, si ya sabemos que el aumento del nivel del mar galopa, un nuevo hallazgo presentado la semana pasada no sólo debe alertar a la humanidad, sino que debe mover a todos a tomar acciones mayores.

Investigadores del Instituto Niels Bohr, de la Universidad de Copenhague, construyeron un nuevo método para cuantificar qué tan rápido reaccionará el mar al calentamiento y descubrieron que el nivel aumentará más rápido de lo que se preveía.

El hallazgo, publicado en la revista Ocean Science de la Unión Europea de Geociencias, apunta a que las predicciones anteriores sobre el aumento del nivel del mar han sido muy conservadoras. Dos elementos que tomaron en cuenta fueron la pérdida de hielo tanto de glaciares como las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida, y la expansión del mar a medida que se calienta. Es decir, a mayor deshielo y mayor temperatura de las aguas, más rápido subirá el mar.

¿Cómo evitarlo? He ahí el reto. Para reducir los riesgos, las voluntades políticas y económicas serán fundamentales para acelerar la descarbonización del planeta. No hay de otra o, literal e irremediablemente, nos hundiremos.

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