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2030 se ve lejos... de cumplir

Lorena Rivera

Lorena Rivera

Los Estados miembros de Naciones Unidas hicieron un compromiso con las personas y el planeta al aprobar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en 2015, pero aún no se ven en el horizonte avances fehacientes para cumplir las metas de cada uno de los 17 objetivos. Por supuesto, en algunos casos hay avances, en unos más y en otros menos.

La promesa es lograr los ODS en 2030, pero esa fecha ya está a la vuelta de la esquina. Sólo diez años quedan y son como un suspiro para los enormes desafíos, pues los objetivos están conectados entre sí y el poco o nulo avance de uno incidirá negativamente en los demás.

El objetivo 13, Acción por el clima, tiene como finalidad adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos. Eso no está sucediendo. El avance es lento y existen muchas confrontaciones.

El nivel de las emisiones de gases de efecto invernadero podría ir bajando, pero eso no pasa. No es consuelo decir, porque es de tontos, que, por lo menos, debería estancarse. La cruda realidad es que sigue subiendo.

Los científicos advierten que si las emisiones globales de GEI no se reducen 7.6% anualmente de aquí a 2030, el objetivo de limitar el calentamiento a 1.5 grados centígrados, establecido en el Acuerdo de París, no se cumplirá y el planeta experimentará una temperatura por arriba de los tres grados centígrados. La temperatura ya ha subido un grado y es devastador.

Ese grado centígrado de aumento, sumado a la degradación ambiental, tiene implicaciones graves. Los fenómenos meteorológicos, exacerbados por el calentamiento global, están dañando ecosistemas enteros, esto a su vez impacta en las personas, las economías y vulnera los entornos sociales.

Desafortunadamente, es muy complicado hacer entender a los líderes mundiales y a algunos sectores de la sociedad que la crisis climática está aumentado la pobreza y profundizando las desigualdades económica y social.

Un ecosistema dañado tiene un terrible efecto en las personas y su salud, educación, bienestar y progreso, pues sus medios de producción, muchas de las veces, quedan devastados, con la consecuencia de tardarse mucho más tiempo, de lo invertido, en tratar de recuperar algo de lo perdido o, en el extremo, ya no pueden levantarse. En ese caso, familias enteras se ven obligadas a emigrar.

Los más pobres y vulnerables del mundo son los más afectados, en cambio, los más prósperos tienen la capacidad de recuperarse y adaptarse.

Las víctimas del cambio climático contribuyen mucho menos en la emisión de gases de efecto invernadero. En contraste, los países más ricos (incluidos algunos emergentes) tienen una huella de carbono más contaminante.

En este dilema, las naciones ricas y desarrolladas ganan, y las pobres y menos desarrolladas, pierden. Las brechas sociales se abren más, cuando deberían estrecharse, porque tenemos los medios, pero falta voluntad.

La desigualdad social puede palparse entre las naciones y entre las mismas sociedades de cada país. La eterna división de norte y sur con el cambio climático parece no tener un fin, ya que se generan nuevas desigualdades, se profundizan otras, como las vinculadas a la educación y al género.

Una investigación de la Universidad de Stanford, publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences (2019), arrojó que el calentamiento global aumentó la desigualdad económica en el planeta desde los años sesenta.

La inestabilidad del clima y la acumulación de gases de efecto invernadero, sorprendentemente, han enriquecido a países fríos, aquellos ubicados en el hemisferio norte, como Noruega y Suecia, pero frenó el crecimiento económico en los cálidos, como India y Nigeria, que están más cerca del ecuador.

Un pequeño aumento en la temperatura en las naciones pobres puede ser devastador, pues daña la producción de alimentos, impacta la salud, destruye infraestructuras y vulnera la productividad.

Otro dato más. Los países pobres lo son más debido al calentamiento del planeta. Entre 1961 y 2010 disminuyó la riqueza por persona en estos entre 17% y 30 por ciento. Mientras que la distancia entre las naciones “con mayor y menor rendimiento económico por persona es aproximadamente 25% más grande de lo que hubiera sido sin el cambio climático”.

Hace cinco años hubo promesas para cuidar de las personas y el planeta, en vez de eso, estamos viviendo retrocesos. ¿Cómo poner fin a la pobreza, lograr hambre cero, mejorar los sistemas de salud y bienestar, cuidar el ambiente y luchar contra la crisis climática, y reducir las desigualdades si la acción es lenta y sin ganas?

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