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Sí violaron y mataron soldados a una anciana indígena

Leo Zuckermann

Leo Zuckermann

Juegos de poder

Esta semana, Norma Trujillo Báez, en Pie de Página, publicó un artículo donde revela que el expresidente Calderón y el exgobernador de Veracruz, Fidel Herrera, acordaron cambiar el dictamen médico sobre la muerte de Ernestina Ascencio y ocultar la violación sexual que, presuntamente, habrían cometido soldados del Ejército mexicano.

Trujillo cita al médico legista Juan Pablo Mendizábal: “Ernestina fue agredida sexualmente. Por todos los indicios que se encontraron, por todos los hallazgos físicos, los desgarres, el antígeno prostático encontrado en el recto y la vagina es exclusivo de los hombres. Todas esas cosas en conjunto fueron determinantes para estar completamente seguros de la agresión sexual de la señora Ernestina”.

Ocurrió hace trece años. En una foto publicada en Proceso, apareció el cadáver de Ernestina Ascencio, indígena nahua de 73 años de edad, quien yacía en lo que parecía ser la plancha del Servicio Médico Forense. De su cabeza salía un chorro de sangre dirigiéndose a una coladera. Junto había un par de trapos sucios y una botella vacía de Coca-Cola. El horror de la escena resultaba más dramático por el rostro apacible de la víctima.

Avecindada en la sierra de Zongolica, Veracruz, Ernestina fue hallada moribunda en un paraje. Proceso reportó que la madre logró decirle a su hija que habían sido los soldados los que la golpearon y amarraron. Sus últimas palabras habrían sido: “Pinome xoxome”, que quiere decir: “hombres de verde”. En ese momento se dijo que también había sido violada por el ano y la vagina. Unas cuantas horas después, murió en la sala de terapia intensiva de un hospital aledaño.

Alrededor del paraje donde Ernestina llevaba sus ovejas a pastar, había un destacamento del Ejército mexicano del 63 batallón de Infantería. La comandancia de la zona militar a la que están adscritos estos soldados pretendió, en un principio, defenderlos. Publicó un primer comunicado donde aseguraban que el personal militar no tenía responsabilidad en los hechos y que los violadores habían sido “delincuentes que utilizaron prendas militares, provocaron el crimen buscando inculpar a integrantes de esta dependencia”.

Según reveló Proceso, “la comandancia intentó después canjear este comunicado por otro” donde “también se exculpaba a los militares, sólo de manera menos drástica”. El semanario reportó que el entonces general secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, había prometido castigar a los responsables en caso de ser soldados.

Sobre el asunto, La Jornada entrevistó al presidente Calderón, quien dijo: “he estado pendiente del caso de la señora que se dice asesinaron en Zongolica (tras una presunta violación tumultuaria por militares). La Comisión Nacional de los Derechos Humanos intervino, y lo que resultó de la necropsia fue que falleció de gastritis crónica no atendida. No hay rastros de que haya sido violada. Ojalá ustedes puedan tener, por sus medios, acceso a esa información”.

La Jornada, con base en el certificado de defunción de la víctima, inmediatamente informó que la muerte había sido a causa de “traumatismo craneoencefálico, fractura y luxación de vértebras cervicales y anemia aguda”.

El mismo diario reportó la versión de un dirigente indígena de Zongolica: “los médicos nos dijeron que fue abusada sexualmente y presentaba perforación en el recto, lo que dañó hígado e intestinos; de ahí el dolor intenso de abdomen del que se quejaba”.

Y, en una declaración francamente estúpida, el entonces procurador veracruzano, Emeterio López Márquez, afirmó que el homicidio había sido a causa de las lesiones provocadas por “una violación por la vía no idónea y también por la vía idónea”.

Hoy, gracias al perito encargado del caso, se comprueba que Ernestina fue violada y asesinada y que tanto el presidente Calderón como el gobernador Herrera trataron de ocultar la verdad para defender al Ejército Mexicano.

Huelga decir que, trece años después, el crimen sigue impune. Y seguirá porque no creo ni que el presidente López Obrador ni el gobernador Cuitláhuac García ni el fiscal General de la República, Alejandro Gertz, vayan a reabrir este terrible caso. Ninguno está interesado en enfrentarse a las Fuerzas Armadas de nuestro país.

 

Twitter: @leozuckermann

 

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