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Maze Runner: Prueba de fuego

La Crítica

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Por Adrián Ruiz

Tras el éxito mundial de la primera parte, en la que el suspenso y los recuerdos fragmentados siguieron a los protagonistas de la historia, Thomas y Teresa, acompañados de un séquito de jóvenes de su edad, lograron salir del laberinto en el que estaban cautivos. Cuando todo parecía que sería quietud, hay una organización, CRUEL,  que posee  ciertos intereses y los jóvenes en cuestión son el objeto de interés.

Todos aquellos que estuvieron enclaustrados son congregados en un nuevo lugar, en el que la comida y la comodidad los acompañan, sin embargo el protagonista de la trama, Thomas, descubre  que algo turbio se esconde. De este modo, el protagonista y todos sus amigos, conocidos en el laberinto, deberán hallar respuestas a las afueras de CRUEL, en el que un mundo posapocalíptico les espera, así como los estragos de La llamarada, plaga que acechó a la humanidad.

El suspenso y la adrenalina vuelven a ser los aliados de esta secuela, en la que todo se rige de una manera convencional, no llega a ser tan sorprendente ni cautivadora como su predecesora, en la que el factor sorpresa y el suspenso estuvieron de una forma incesante. La narrativa posee efectos y persecuciones trepidantes, las cuales entretienen, pero hay algunos huecos en cuanto a personajes y para aquellos que no hayan visto la anterior puede tornarse un poco confuso el panorama.

El libro narra una enfermedad en la cual el sol, con su respectiva intensidad, es el encargado de desquiciar a la humanidad, los convierte en entes poseídos, quienes se ponen a conversar con las ramas. Esta es una de las principales diferencias con la versión cinematográfica, en ésta los infectados son presentados como zombies, todos ellos con gran habilidad para correr, lo que nos evoca a los muertos vivientes presentados en Guerra mundial Z o Exterminio, cintas que los mostraron con estas características en vez de moluscos que se arrastraban para comer cerebros. Las persecuciones poseen fiereza, pero un
vacío argumental.

En medio de la búsqueda de pistas, donde los jóvenes conocerán a nuevos personajes, entre los que destaca una leyenda urbana llamada El brazo de oro, la cinta ofrece, tal como se esperaba, un espectáculo visual con un diseño de postproducción apocalíptico que nos remite a infinidad de cintas que ya se han visto, por lo que es inevitable que nos remita también a otras sagas conocidas como Divergente o Los juegos del hambre. El resultado de esta prueba de fuego es un entretenimiento netamente comercial y convencional.

 

DIRIGE

  • Wess Ball.

ACTÚAN

  • Dylan O’Brien.
  • Thomas Brodie-Sangster.
  • Kaya Scodelario.

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