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¿Una nueva era?

Kimberly Armengol

Kimberly Armengol

Rompe-cabezas

Hace cuatro años, un empresario llegó a la Casa Blanca con un inolvidable eslogan: “Make America Great Again”.

A inicios de 2021, esa frase quedó en el olvido, dejando un país sumido en una grave crisis de salud, una sociedad dividida, pero, sobre todo, un prestigio internacional devaluado.

Agresivo, duro, controvertido, cómico y hasta patético fueron los adjetivos que acompañarán a este célebre personaje que, sin duda, no olvidaremos por mucho tiempo.

Cómo olvidar cuando, aún siendo candidato a la presidencia, protagonizó uno de los peores fracasos —si no es que el peor de la política exterior mexicana—, humillar a otro gobierno en su propia casa, épico para sus partidarios, de vergüenza para el gobierno protagonizado por Enrique Peña Nieto.

Tensiones con China, Corea del Norte, Irán e incluso México calentaban los titulares de todos los medios de comunicación, incluso el olor a pólvora se sentía en el aire. A pesar de todo ese ambiente hostil, Trump pasará a la historia como el único presidente estadunidense que no protagonizó ninguna guerra.

No se equivoque, no defiendo a Trump. Me indignan hechos como las jaulas donde niños fueron separados de sus familias, sus discursos llenos de racismo, sus enemigos imaginarios y otros temas que nos recuerdan lo más terrible de una sociedad llena de luces y sombras.

Una elección reñida levantó la mano de Joe Biden, sin duda, ni la carta más fuerte del Partido Demócrata ni tampoco una figura carismática como Barack Obama.

Biden, un hombre controvertido, con un historial bélico amplio y un carisma muy mediano, logró expulsar a Trump de la Casa Blanca en una elección que nos recuerda lo anticuado del sistema electoral estadunidense.

Fuera de los reflectores y del regocijo de millones que imploraban por un cambio, Biden enfrentará un país herido por la división ideológica, la pandemia actual y la reconstrucción de un prestigio internacional sobajado, al igual que un liderazgo desgastado.

Unir a una sociedad tan dividida será un reto mayúsculo, sobre todo cuando los seguidores de Donald Trump argumentan un fraude, por lo que ganar credibilidad y debilitar a Trump frente a las próximas elecciones será una misión que requerirá precisión quirúrgica.

Sin duda, revirar la tendencia creciente de covid-19 será su reto más inmediato. Con la cuarta parte de contagios a nivel mundial y con más de 400 mil muertes, un cambio de rumbo será la punta de lanza de una exitosa campaña estratégica frente a la pandemia, cuando, al día de hoy, sólo 3% de los estadunidenses ha recibido la vacuna contra el virus.

Muchos medios se han enfocado en el posible regreso al Acuerdo de París, Unesco y otros mecanismos, pero la política interna será la prioridad por varios meses, si no es que años.

Probablemente veamos algunas declaraciones en temas de migración, pero no más. Hoy la prioridad no es hacer a América grande otra vez, sino salvar a América de la enfermedad y la división.

No dejemos de mirar a Kamala Harris, mucho más carismática y popular que el propio Biden, quien será un gran apoyo en la nueva administración y, sobre todo, una mujer inteligente y estratégica.

¿Qué pasará con México? Algunos han pronosticado una catastrófica relación bilateral, como si la política exterior fuera una fiesta de pueblo, donde si no invitas al compadre se sentirá ofendido y tomará represalias.

La relación entre López Obrador y Joe Biden será buena, son dos hombres maduros que llegaron al poder gracias al hartazgo provocado por sus predecesores.

Recordemos aquellas palabras de un embajador de Estados Unidos en México: México no es un tema de política externa, entra en la esfera de la política interna.

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