El tesoro más preciado

Kimberly Armengol Rompe-cabezas
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Si miramos algún noticiario, abrimos redes sociales, leemos un diario o simplemente buscamos información actual, encontraremos un común denominador: covid-19 como nota principal.

Ésta es una situación normal, considerando que la pandemia es nuestra realidad, pero en verdad es muy preocupante la politización de la enfermedad, el número al alza de opinólogos y personas que, sin conocimientos médicos, hacen alarde de su sabiduría ganada por ser “líder de opinión” o “influencer”.

Estos personajes, sin importar la veracidad o fuente de la información que comparten, expanden rumores o ideas respecto a la pandemia de manera libre, como si estuviesen hablando de un chisme de vecinos o una leyenda como El Chupacabras, La Llorona u otras. Su irresponsabilidad es tal, que, no conformes con expandir la ignorancia, llaman a acciones que atentan contra la salud, boicots o incluso golpes de Estado o rebelión.

Aunado a esta pandemia de opinólogos, también hay otra tendencia aún más preocupante: la lucha, a toda costa, por vacunarse, incluso violando las leyes o pasar sobre quien sea sólo por el hecho de contar con recursos para hacerlo.

Llama la atención el caso del conductor Juan José Origel, quien, orgulloso, compartía en sus redes sociales haberse vacunado en la ciudad de Miami, argumentando que en México no tenía la seguridad de ser vacunado. La crítica no se hizo esperar, incluso hay rumores de que no recibirá la segunda dosis, que le será cancelada su visa o que tendrá una multa de muchos miles de dólares.

 

Sí, al igual que el señor Origel, muchos estamos desesperados por conseguir la vacuna, ya que incluso puede ser una cuestión de vida o muerte, pero esta situación es sólo un ejemplo de la batalla que estamos librando, cueste lo cueste, por acceder a la salud.

Tristemente, de resultar ciertas las sanciones al conductor mexicano, sin duda comenzaría a haber restricciones a la vacunación en Estados Unidos (esperemos que no sea así), pero imaginen que por este acto de inconsciencia las autoridades sanitarias de la Unión Americana comenzaran a solicitar un documento que avale la nacionalidad o ciudadanía estadunidense a todo aquel que pretendiera vacunarse. ¿Qué pasaría con los millones de personas que no se encuentran legalmente en aquel país? No quiero ni imaginarlo.

Más allá de este caso, hoy el mundo libra una batalla por la salud, donde, como en toda guerra, los más ricos y poderosos la están ganando, dejando al margen de la salud a millones de personas, en su mayoría las más vulnerables.

Tristemente, la vacunación pone de manifiesto nuestro instinto animal sobre la ética, donde, como en la selva, sobrevivirá el más fuerte, el más poderoso. Egoísmo puro al 100 por ciento.

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