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El eterno retorno

Kimberly Armengol

Kimberly Armengol

Rompe-cabezas

Nuestra sufrida Latinoamérica no deja de sangrar: regímenes corruptos, dictatoriales, violencia, pobreza extrema, golpes de Estado, escasez y exclusión. Se vive el mismo amanecer miles de días, distintos países, nombres y actores, pero el mismo capítulo. Una pesadilla de la que no se termina de despertar.

De nuevo Venezuela, otra vez Nicolás Maduro. Las elecciones (o como usted quiera nombrar a esa simulación ilegítima) nuevamente dan la victoria a Nicolás Maduro.

Entre reclamos, cierres de embajadas y bloqueos, Venezuela se prepara para dar continuidad al sistema implantado por el fallecido Hugo Chávez, un modelo sui géneris que nos recuerda a una dictadura de partido, a una dictadura como la de Cuba y a un sistema que se dice socialista, pero que está más cercano al fascismo.

La patria grande ya le ha dado la espalda, obviamente continúan a su lado los aliados incondicionales y México, que en estos casos opta por “no intervenir” (debate eterno que abordamos la semana pasada en esta columna).

Sin duda, es un momento crucial para Venezuela, nación que cerró el año con una inflación de más de un millón por ciento, dentro de una economía en crisis permanente, donde la mayor exportación del país sudamericano la constituyen sus ciudadanos que migran en busca de mejores oportunidades, mientras que su mesías dice que no pasa nada y que todo es culpa de Estados Unidos.

Aunque Nicolás Maduro niega enfáticamente la diáspora venezolana, se calcula que, por lo menos, han huido tres millones de personas en los últimos tres años. No escapan a Miami en avión como antaño, salen de su nación a pie o en camión, huyendo de la escasez alimentaria, la falta de medicamentos, de sus escuelas y hospitales derruidos, de una crisis humanitaria.

Durante décadas, Venezuela se caracterizó por tener una economía estable por sus grandes recursos petroleros. Migrantes llegaban a Venezuela de Europa y América Latina en su mayoría. Hoy, esos son recuerdos de un pasado no tan lejano.

Este modelo económico padece de un mal lacerante en América Latina, la corrupción y un sistema económico que genera grandes desigualdades.

Independientemente de las tendencias políticas, Venezuela se encuentra hoy en el umbral del desastre, pero el no reconocimiento ni una intervención ni más bloqueos salvarán a los venezolanos de la difícil situación que viven.

Nicolás Maduro podría estar enfrentando sus horas finales; ninguna nación de la comunidad internacional lo reconoce (otras, simplemente omiten pronunciarse), el Parlamento venezolano lo declaró usurpador de la Presidencia y Juan Guaidó se perfila como una opción. Estados Unidos, la Unión Europea y el Grupo de Lima desconocen su mandato. ¿Podrá sostenerse Maduro sólo con el agrado de Rusia, Nicaragua y Bolivia? ¿Los hermanos venezolanos podrán seguir aguantando lo que parece una zona de guerra? ¿Hasta cuándo?

¿Estaremos aún lejos de nuestra primavera latinoamericana?

POST SCRÍPTUM

…y ahí va una nueva caravana migrante hondureña, de otro país latinoamericano que se cae a pedazos. Más fuego para Donald Trump.

                Twitter: @kimarmengol

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