Con la salud no se juega

Julio Faesler
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Para la señora Piedra, presidenta de la CNDH, fue más importante atacar a la administración anterior de la Comisión que opinar sobre el brutal trato que recibieron en Tapachula los cientos de centroamericanos que tienen que pasar por nuestro suelo para migra a los Estados Unidos.

Porfirio Muñoz Ledo, campeón de mil batallas, lanzó una voz de alarma: tan cuestionable el comportamiento de nuestras fuerzas armadas en el incidente como la medrosa actuación de la que debió ubicar el asunto ante la Comisión Permanente.

La obtusa lealtad partidaria de los morenistas en el Salón Verde, que cerraron sus oídos a una necesaria discusión entre pares, confirma la inutilidad de esos ilustres parlamentaros que nos representan… quizás más de lo que quisiéramos admitir. Otro serio problema es el de la salud nacional que, como en cualquier lugar, es la máxima prioridad a la que se enfrenta la población. El Seguro Popular, instalado por gobiernos panistas, iba rindiendo servicios, siempre perfectibles, a millones no inscritos en los servicios del IMSS o del ISSSTE. El que el Presidente quisiera inaugurar él mismo un mecanismo mejor es explicable, pero no a costa de desmontar lo que no requería sino ajustes secundarios. Pero, como en el caso de la CNDH, en el gobierno prevalece la obsesión por denostar todo lo creado por los “adversarios” y por cambiar membretes alegando corrupción anterior, de la noche a la mañana, con un simple clic de computadora, desapareció el padrón del Seguro Popular.

Los servicios de salud no podían suspenderse. Sobrevino la inevitable confusión por improvisar un Instituto Nacional de la Salud y Bienestar. El abasto de medicinas se desarticuló afectando, entre otros, un sector particularmente sensible, el de los niños con cáncer.

La Vincristina, el fármaco indispensable para las quimioterapias, se fabrica, según lo citó el Presidente, en dos laboratorios, uno en China y otro en la India y su escasez provocó sonoras protestas de los padres de familia en la Terminal 1 del Aeropuerto de la Ciudad de México, donde fueron reprimidos a golpes y empujones por los agentes de seguridad. Otras protestas siguieron en las calles.

El Presidente declaró que la crisis de desabasto la crearon las mafias que lucran con las medicinas e hizo más confusa la situación al culpar a los directores de hospitales. Los doctores se defienden diciendo que no controlan los abastos y menos los controles de pedidos o de facturación, ya que ellos sólo reciben informes sobre el avance de estudios. La distribución la hacen los laboratorios que representan las dos fabricantes en el mundo. Tras visitar el Hospital Infantil de México Federico Gómez, el director declaró que gracias a arreglos especiales con Laboratorios PiSA se ha resuelto por el momento el angustioso problema del escaso fármaco.

En esta coyuntura, la Secretaría de Hacienda informó que no hará entrega de medicinas sino hasta marzo y entre tanto “sugiere que los hospitales deberán negociar con las farmacéuticas ampliaciones a sus contratos de 2019 o bien consultar con las proveedoras para anticipar a enero 2020 los productos que resultaron de los procesos licitatorios, para la compra consolidada en el ejercicio fiscal 2020 la posibilidad de tener la entrega anticipada a enero”.

El señor Presidente de la República, con el pragmatismo que le caracteriza, no se esperó a lo ordenado por la SHCP, sino instruyó a los señores secretarios de Marina y de Relaciones Exteriores comprar las medicinas faltantes en el extranjero con una asignación presupuestal de 60 millones de pesos.

El doctor Julio Frenk, quien fue secretario de Salud, observa que el sistema de salud que el Presidente pretende imponer equivale al que teníamos en los años 70. López Obrador nos prometió un sistema como el del Reino Unido y países nórdicos y nos receta un sistema análogo al de Cuba o Norcorea.

No se vale banalizar o distraer la atención de las quejas que aumentan contra el nuevo instituto ni acumularlas a medida que se multiplican sobreponiéndolas, una tras otra, para anular su importancia, confiados en la astucia del Presidente de la República que, con su carisma, despacha cada mañana todas las dificultades que se le oponen con una sonrisa cautivadora, un cuento de hadas o echando la culpa de todo a los neoliberales que lo antecedieron en el cargo al que, aparentemente, él le va perdiendo respeto. Con la salud no se juega.

PD. Hablando de servicios hospitalarios, el nieto que hace unos días llenó de felicidad al hogar de López Obrador tiene ya asegurada su nacionalidad norteamericana por haber nacido en Houston.

 

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